Sr. Director: 

Con el respeto debido a la ecología seria y objetiva y a muchos serios estudiosos de esta ciencia, mucha pseudoecología invade nuestro mundo, teñida de doble moral, engañando y manipulando a muchos con sus medias verdades.
Si la ecología humana estudia "científica y objetivamente" los ecosistemas referidos a la especie humana, buscando reestablecer el orden natural de las cosas, tal y como la "naturaleza" lo estableció. Si bien estudian a fondo y son capaces de arriesgar sus vidas por defender el "derecho de los caracoles" a desarrollarse en su propio medio natural, o cosas más increíbles. 
Sin embargo, a la hora de tocar dos grandes temas de la 'ecología humana', como son la reproducción sexual y el derecho natural a la vida, se contradicen escandalosamente, o bien hacen un silencio ya de por sí escandaloso.
El orden natural sexual del ser humano es evidente para toda mente científica o común. Pues la hembra está hecha para unirse a un macho y un macho para unirse a una hembra, en todo el reino animal. Y así, y sólo así, es posible la procreación. Por tanto, su deber es reconocer que las relaciones homosexuales son una desviación antinatural de la sexualidad humana, ecológica y científicamente hablando.
Y lo mismo digo de la hipócritamente llamada "interrupción del embarazo". Seguro que si se "interrumpiese el embarazo" de los mencionados caracoles harían de ello un baluarte de sus no siempre veraces batallas. Pero también aquí callan, cuando millones y millones de niños son asesinados en todo el mundo, impidiéndoles el derecho a tener un crecimiento y desarrollo "natural" como ellos dicen, tan hipócritamente. Seguro que los monos, y las ballenas, y los peces, y toda clase de bichos menores son más dignos a la hora de reproducirse que los seres humanos para algunos de ellos. Porque a los primeros los defienden, pero a estos no.
Por tanto, me haría la pregunta ¿a qué se debe? ¿Será quizá porque son asociaciones, algunas de ellas, ansiosas de popularidad, de apoyo social y gubernamental - de fondos económicos y de poder, en definitiva - aún a costa de sacrificar la verdad? ¡Y mira que no he entrado en ningún terreno moral, pues esto es pura y simple ecología científica! Y ni aún así la creen. Lo cual demuestra su gran hipocresía, y la gran mentira de sus batallas, de tantas mentes engañadas, cuyas energías y recursos emplean en la "batalla de los caracoles", dando la espalda al ser humano, especialmente a los más inocentes: los niños.

José David Toledo 

davtolmar@iespana.es