Hace unos meses se estrenaba un magnífico largometraje documental Spellbound (Al pie de la letra), de Jeff Blitz, que tenía como eje el Nacional Spelling Bee, un popular concurso estadounidense consistente en deletrear palabras al que concurren, cada año, nueve millones de escolares de aquel país. Viene a cuento esta aclaración porque en el drama familiar,
Los Neumman son, aparentemente, una feliz familia, de clase acomodada, que residen en California. El padre (Richard Gere) da clases de teología judía en
La huella del silencio intenta aglutinar tantas historias, y tantos temas, que, al final, agota al espectador y no acaba de profundizar en nada (la fe, las enfermedades mentales, la educación de los hijos, el sueño americano). De hecho, desde su arranque, muy lento, todos los personajes resultan antipáticos al espectador, sobre todo el de la hija pequeña, con una mirada tan inquietante que parece más apropiada para encarnar una película de terror
Para: Los que se traguen cualquier drama familiar.