El dinero no es del Gobierno, sino aportaciones de los ciudadanos a la Iglesia.
Una de las proclamas más oídas contra la Iglesia es el status que tiene, así como las ayudas que recibe por parte del Estado. Que se terminen las ayudas, se oye gritar. Y estos días son los propicios para que se vuelvan a escuchar.
Pero eso no es cierto. La Conferencia Episcopal Española ha publicado las cifras de la declaración de la renta de 2010 a favor de la Iglesia, tal y como se lleva realizando desde 2007. Este año, más de siete millones de españoles han marcado la casilla de la declaración de la renta que permite que el 0,7% del IRPF se destine a lo que ellos quieren: es decir, a la Iglesia. Los españoles no pueden decidir a dónde destinar los impuestos que pagan excepto este 0,7%. Y este año, pese a la crisis, casi 66.000 nuevos declarantes han querido ayudar a las obras de la Iglesia.
En total, el Estado tiene que entregar a la Iglesia 249.456.822 millones de euros, pero no como ayuda o regalo, sino porque los ciudadanos así lo han querido de la misma manera que otros lo destinan a las ONG o quien no marca la casilla lo destina, simplemente, al Estado. Desde el uno de enero de 2007, la Iglesia dejó de estar exenta de pagar impuestos y sólo recibe lo que resulta de la asignación voluntaria de los contribuyentes.
Pese a que la recaudación ha disminuido en 3.225.724 euros, desde la Conferencia Episcopal están contentos por el aumento de contribuyentes -hay que tener en cuenta que la crisis ha provocado que muchas personas dejen de declarar por no llegar a los mínimos requeridos- porque eso significa que los españoles valoran la obra que la Iglesia lleva a cabo.
Eso sí, no faltará el grupo de gritones que dirá que eso es una ayuda del Estado y que hay que eliminar todos esos beneficios. Pero lo que está claro es que los más de siete millones de contribuyentes, les quitan la razón.
Juan María Piñero
juanmaria@hispanidad.com