Sr. Director:
El vicesecretario de comunicación del PP, González Pons, se ha manifestado diciendo que "tenemos que hacer un esfuerzo por acercar posiciones entre el PP y la Conferencia Episcopal.
Después de suprimir en la ponencia política del reciente Congreso de Valencia, la inspiración del humanismo cristiano del ideario del PP; no criticar el mal denominado matrimonio homosexual; situarse de perfil sobre el derecho a la vida del concebido y no nacido; no calificar como adoctrinamiento moral la asignatura de EpC; rehuir que existan think tank de inspiración católica afines al partido; o que muy pocos miembros en el Comité Ejecutivo sean católicos, por citar algunos ejemplos, ahora resulta, -según Pons- que el PP es aliado de la Iglesia Católica. Pues si esos son los aliados, como serán los enemigos.
Aquí la diferencia está en que la Iglesia Católica cree en la libertad, y en el PP no está nada claro. González Pons pretende aglutinar el voto de los católicos para el PP, dando por sentado que este partido satisface sus pretensiones, y que los católicos tienen que votar sólo a este partido. Seguir pensando como antaño que el PP tiene el voto cautivo de los católicos -"los nuestros"- es un grave error.
Si realmente quieren esas "alianzas", que empiecen por no avergonzarse de los católicos y actuar consecuentemente. Y todo ello, por supuesto, teniendo en cuenta que el PP es un partido aconfesional, pero si como dicen, la mayoría que les votan son católicos, dónde está esa correspondencia. Es evidente que la deriva ideológica que ha experimentado el PP de Rajoy, también le afecta y mucho a los católicos.
Por último, produce cuanto menos sonrojo y vergüenza la amenaza o aviso sibilino de González Pons, de pretender callar a la COPE, para que no se critique al PP. De esta forma sus informadores tendrían que venderse al poder de la ahora oposición, a cambio de no se sabe qué plato de lentejas. Siguiendo con la metáfora culinaria, el PP quiere estar a "tetas y sopas", y eso, en este caso, es caer en contradicción e incoherencia.
La CEE no puede, no debe, decir a los informadores y periodistas de la COPE, qué es lo que deben decir, y qué no. Eso sería cercenar la libertad de expresión. No en vano, uno de los lemas de esta emisora es "somos libres", y eso, no es una quimera, sino una realidad. Se podrá estar más o menos conforme con sus opiniones, pero teledirigirlas sería contraproducente en una sociedad democrática, por mucho que la izquierda sea muy dada a este tipo de intervencionismos ideológicos. Más vale tolerar los posibles "males" de ejercer la libertad, en este caso de expresión, que amordazar al personal para que exista un pensamiento único.
Y aquí, sencillamente, González Pons se equivoca al pretender sugerir a los propietarios de la emisora que no critiquen el buen o mal hacer de este partido político.
Javier Pereda Pereda
javier.peredapereda@gmail.com