Enternecedor Mariano Rajoy, cuando se preocupa de los zurriagazos que Zapatero le está arreando a los católicos. Tan enternecedor como el informativo estrella de la televisión pública, domingo 7, segunda edición, ahora controlada por Zapatero, que ha enviado a sus reporteros a las más de 400 parroquias que existen en Madrid para denunciar, ¡ajajá!, que la Iglesia no ha comenzado su campaña contra las leyes del Gobierno Zapatero. La prensa está indignadísima, y coloca al pobre, acorralado e inerme Gobierno de la Nación, frente a la potencia de fuego, mecánica, aplastante, definitiva, de los curas, cuyo arsenal es de todos conocido y temido y cuyas prácticas aterrorizan a las poblaciones indefensas y, especialmente, al cuerpo político.
Por de pronto, la miserable clerigalla ha lanzado folletos explicativos, donde se critica, cuánta maldad, medidas tan tolerantes del Gobierno Zapatero como la ampliación del aborto, la eutanasia, el matrimonio gay, la supresión de todo vestigio cristiano del foro público o el relanzamiento en los medios informativos públicos de todo aquello que pueda molestar a quien tiene fe.
Frente a este cúmulo de menudencias, fruslerías propias de una mentalidad tolerante y de una sociedad laica, la Iglesia, pura insidia, pretende recordar a los cristianos de que sean coherentes con su fe y a los no cristianos que sean coherentes tanto con la ley natural como con su sentido común. Y esto, naturalmente, es intolerable.
Sin ir más lejos. Los diarios gratuitos, quizás hoy más representativos de lo políticamente correcto que la prensa tradicional, se lanza a por titulares como los siguientes: La Iglesia lanza un pulso al Gobierno de Zapatero. A un lector extranjero podría parecerle que el pulso es un arma arrojadiza, lanzada contra la mismísima Moncloa, pero no. Un pulso es un reto, no un objeto arrojadizo.
Otros hablan de campaña contra el Gobierno, mientras El País, mucho más fino, plantea la división interna del enemigo: Las diócesis catalanas y vascas se desmarcan de la campaña contra el Ejecutivo. Es decir, que hay una campaña.
En definitiva, intolerable. A estos cristianos les dices que tienen libertad de expresión y se ponen a hablar como locos. No entienden nada. Y claro, se convierten en verdugos, con el Gobierno Zapatero, pobriños, como víctimas propiciatorias. Para mí que estos curas están pecando cantidad.
El gran error de los católicos durante el último medio siglo ha sido precisamente ése: que nunca entraban en campaña.
Y hablando de pobriños, el secretario general del PSOE, Pepiño Blanco, se ha visto obligado a defenderse. Durante la mañana del lunes 8, Blanco acusó a parte de la Iglesia a defender posiciones casposas. Reparen en el talante dialogante, en el espíritu tolerante y en el aura circundante de Pepiño : ha tenido el gracejo de matizar que sólo es una parte de la Iglesia quien le da por lo casposo, en contraposición de muchos cristianos que refrendan el giro social del Gobierno. Si será cruel la inquina clerical contra Zapatero, que los socialistas se están viendo obligados a sustituir los casposos sacramentos de los curas por otros de carácter laico y civil. Así consta en el bautismo civil celebrado en la localidad barcelonesa de Igualada, donde el catecúmeno ha sido bautizado en nombre de la declaración de los derechos humanos y del espíritu progresista. Era la única manera de contrarrestar la lamentable campaña lanzada por la Iglesia, con todas sus divisiones acorazadas, contra el pobre, democrático e inerme Gobierno de Mr. Bean.
Eulogio López 2FB>