Maleni, que en política paz descanse, les hacía auditorías de forma ilegal, dado que no tenía competencias para ello. José Antonio Griñán, con ese aire de perdonavidas, les amenazaba  con la intervención. La Junta de Andalucía presidida por Manuel Chaves buscaba una fusión que terminara con Cajasur, la maldita caja de ahorros del episcopado, y no paró hasta que las autoridades eclesiásticas con toda razón, dicho sea de paso, porque un cura está obligado a obedecer- echaron a Miguel Ángel Castillejo y le sustituyeron por otro clérigo.

En el entretanto, El País colaboraba en el latrocinio de Cajasur a los curas, con abracadabrantes informes sobre presuntos tratos de favor del cura Castillejo a sus hermanos, aprovechando que hemos entrado en una época en la que la verdadera corrupción es la legal mientras los escándalos mediáticos no son más que persecuciones personales con toda la fuerza, la fuerza bruta la de la ley y el aparato judicial.

Ninguna paradoja: sencillamente, hemos llegado a una curiosa moral en el que no es corrupción que un empresario gane 10 millones de euros, lo que ocurre es que se trata de corrupción sistémica, admitida y admirada, pero sí lo es que un político no pague uno de sus trajes.

La campaña contra Cajasur no sólo tenía por objeto la toma de la entidad sino, otra muesca en el revólver del corrupto pero muy legal, ¿eh?- socialismo andaluz sino, además, anular instrumento financiero de la Iglesia, un soporte, por ejemplo de la cadena COPE y de Popular TV.

Pero Cajasur no se ha rendido hasta ahora, cuando todo parece indicar que será absorbida por Unicaja, la entidad presidida por Braulio Medel, siempre a las órdenes del Gobierno autónomo con sede en Sevilla. ¿Y por qué ahora? Por lo de siempre, porque el balance es débil. Como el de otras entidades dicho sea de paso, pero débil. Castillejo fue cesado por desobediente y un cura no puede desobedecer, pero sabía situar a buenos gestores y hacer las cuentas de la abuela. Al parecer hay otros que no. Ojo, porque lo mismo le puede suceder a otras empresas de la Iglesia.

Ahora bien, la pregunta de fondo es: ¿Debe la Iglesia poseer cajas de ahorros o medios de comunicación? Por supuesto que sí. ¿Cómo es que no deben tener medios informativos si son los nuevos foros donde evangelizar a las masas? ¿Y por qué cerrase las puertas de las cajas de ahorros cuando las cajas fueron creadas por la Iglesia para combatir la usura y proporcionar viviendas baratas caso del padre Piquer, fundador de Caja Madrid- a las clases más necesitadas? ¿O es que las cajas de ahorros no tenían por apellido lo de monte de piedad.

No, la Iglesia debe luchar por mantener Cajasur, el Círculo Católico de Burgos o la Caja de Ahorros de la Inmaculada (es una broma decir que controla las dos últimas, sobre todo la tercera, pero bueno). Lo que no debe hacer es situar curas al frente de cajas y medios informativos, porque los curas están para predicar, no para gestionar ni para hablar de política y economía. En definitiva, en Cajasur se ha dejado ver un grave defecto de la Jerarquía: su desconfianza innata hacia los laicos. Esto es, la Jerarquía sí debe poseer medios y cajas, pero debe dejar su gestión en manos de laicos. Laicos cristianos comprometidos, por supuesto, porque nadie da lo que no tiene, pero laicos profesionales buenos profesionales- sin ningún veto para pelear por Cristo en el mundo.

Aprendamos de Cajasur

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com