El periodismo económico español es, junto al internacional y al religioso, el periodismo más riguroso. Pero, en la sociedad de la a información el rigor cada vez se sitúa más lejos de la verdad.
Un buen ejemplo son las informaciones sobre Ana Patricia Botín y su exilio a Londres: Ana Botín se refuerza en la cúpula del Santander, asegura Expansión. Mira, Expansión, en la cúpula no hace falta reforzarse sino permanecer. Santander coloca a Ana Patricia Botín al frente de su boyante filial británica Si es tan boyante no sé para qué necesitan a Ana Patricia. Si boya tan bien, no representa un reto para un buen gestor. Los dos primeros diarios económicos españoles no deberían aceptar la verdad oficial de los dos grandes bancos (y lo mismo puede decirse de la patética entrada del BBVA en un banco turco) porque las verdades oficiales siempre resultan grandes mentiras. Eso sí, extraordinariamente rigurosas en sus pormenores.
Que no, que lo que ha ocurrido en el Santander tiene una explicación muy sencilla: Ana Patricia se ha cansado de esperar a ser presidenta, cargo que considera tiene bien merecido. Cumplidos los 50 años, la primogénita de los Botín -que no lo ha hecho mal en Banesto, mucho mejor que cuando se dedicó a banca al por mayor- le ha echado un pulso a su padre y lo ha perdido. Es cierto que no lo perdió ayer, pues, como explicamos en nuestra anterior edición, lleva preparando su marcha a Londres desde hace meses. Sólo que no se trata de un premio, sino de un castigo. Se la envía al Abbey para que se forme. ¿A los 50 tacos formación? Ella considera que ya está muy bien informada e incluso calibra abandonar el banco, temerosa de que su hermano Javier le arrebate le delfinato, cosa que ocurrirá si Emilio Botín, 77 años de edad, sigue al frente de la entidad durante muchos años. ¿Que cuál es el balance de Emilio Botín como presidente del Santander? Muy bueno para sus accionistas del Santander, muy malo para la economía española, porque ha sido uno de los hombres que más ha contribuido al apalancamiento de las empresas españolas, uno de los grandes problemas de nuestra economía y paso previo a la colonización industrial de España.
Entiendo perfectamente a Ana Patricia pero las cosas claras: no ha sido un ascenso sino una bofetada. Haciendo de la necesidad virtud, le deseo todos los éxitos del mundo en el Abbey y la considero totalmente capacitada para presidir el grupo Santander, pero las cosas claras. Es cierto que la espoleta de los cambios ha sido la marcha de Antonio Horta al Lloyds. Pero su huida no ha sido la causa. Si Antonio Horta se ha marchado a un banco quebrado, propiedad del señor David Cameron, perdiendo dinero, es porque Ana Patricia perdió su pulso. Si la ya ex presienta de Banesto hubiese acelerado la sucesión y se hubiese aupado a la Presidencia del Santander, Horta se hubiera convertido en consejero delegado, en sustitución de Alfredo Sáenz. Simplemente, Ana Patricia sufre el síndrome del príncipe Carlos de Inglaterra, que a este paso va a llegar a ser rey cuando sea abuelo.
Por cierto, fue el tándem Pedro J. Ramírez y Jaime Castellanos quienes se han encargado de vender como un éxito, especialmente en El Mundo y Expansión, el destierro de Ana Patricia Botín. Y eso tras perder el pulso. Lo cierto es que Castellanos, ex líder de Expansión y tío de Ana Patricia y Pedro J. Ramírez, amigo de la banquera, necesitaban para sus planes de crecimiento a Ana Patricia Botín como presidenta ahora, no dentro de cinco años. Pero los amantes del poder siempre juegan a todos los candidatos posibles.
Por lo que respecta a la influencia del Santander sobre El País y Cinco Días, sólo hace falta recordar que el primer grupo bancario español, a través de la Operación Liberty, se ha comprometido a entrar en el accionariado de PRISA. Con eso queda dicho todo.
Eulogio López
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