La ley de Igualdad de Trato que quiere aprobar el Gobierno, antes de dejarlo, conlleva la creación de una nueva autoridad administrativa con amplias competencias, la imposición de multas y la puesta en marcha de un sistema de vigilancia, con alicientes para fomentar los chivatazos, pretende apropiarse de ámbitos propios de la libertad de conciencia y de la libertad de pensamiento.
Si nuestro modo de entender, por ejemplo, el valor de la diferencia sexual no coincide con la ideología de género del Gobierno, muchos pueden encontrar serias dificultades de comportarse y de educar a sus hijos en coherencia con su experiencia personal, pues pretenden retirar el concierto a los centros educativos de educación diferenciada, educación puntera en los países desarrollados y a la que sólo podrán acceder los padres que puedan pagar, fomentado de esta manera el elitismo.
Pedro J. Piqueras Ibáñez