En estos días se habla mucho de la traición del arzobispo Wielgus, espiando para los comunistas, ocurrida hace varios lustros en Polonia, y que tanto daño está haciendo a la Iglesia de aquel cristiano país. Lástima que no se recuerde con igual ímpetu a los católicos perseguidos actualmente por los totalitarismos comunistas, como los encarcelados por el régimen Chino, por citar alguno en pleno 2007, o que olvidemos el asesinato del padre Jerzy Popielusko en 1984, el cual atendía espiritualmente a los obreros del sindicato Solidaridad, en plena vigencia comunista, junto a gran número de clérigos polacos, así como la persecución a que son sometidos los cristianos en países marxistas africanos o en algunos islámicos.
Para qué mentar las persecuciones incruentas hacia la Iglesia católica en muchos países democráticos porque ésta institución es crítica con el gobierno de turno o con algunas leyes que van contra el derecho natural, la vida, el matrimonio o la familia.
Y si rastreamos en la memoria histórica que el Gobierno de Rodríguez Zapatero ha puesto tan de moda, resulta que durante la Guerra Civil fueron asesinados casi 7000 religiosos-as y miles de católicos por el mero hecho de ser cristianos y considerarse antirrevolucionario por las fuerzas políticas izquierdistas que querían imponer el comunismo en España. Eso sin contar las miles de iglesias y conventos que acabaron siendo pasto de las llamas.
Isabel Bermúdez Espejo
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