La técnica es vieja. Por ejemplo, cuando en 1996, allá por el mes de junio, Aznar comienza a ponerse nervioso porque ningún Ministerio propone proyecto alguno, no reunió a sus ministros para abroncarles. Fue más práctico: se fue a Televisión Española y anunció un paquete de 50 medidas de todo tipo, que serían aprobadas por el Consejo de Ministros cuatro días después. Una vez realizada la entrevista, concedió 48 horas a sus chicos para que presentaran un montón de proyectos. Y así se hizo, aunque algunos de ellos no pudieron llevarse a cabo porque, acuciados por el tiempo, algún ilustre miembro del Gabinete propuso, por ejemplo, cerrar las minerías del carbón, así, de un día para otro, y claro eso no está bien.
Pues bien, Zaplana ha hecho lo mismo en vísperas del Congreso del Partido. Así, por si había algún reaccionario decimonónico que pudiera bloquear la medida, don Eduardo, un hombre que no aspira a grandes cargos sino a todos los cargos, se plantó ante la canallesca y soltó su mensaje. Ya saben, que en el siglo XXI los hechos políticos no se certifican en el Boletín Oficial del Estado, sino ante las cámaras de televisión.
Total, que el Partido Popular se ha comportado en clave centro reformista, que, como se sabe, consiste en estar un poquito embarazada o ser un poquito maricón. Adopción de niños por gays, no; matrimonio sí, aunque no lo llamemos matrimonio sino unión civil estable (una nueva sigla, la UCE, que suena a brigada policial), porque es algo que está ahí y todo lo que está debe ser regulado por ley (esto revela el acrisolado liberalismo que anida en el PP). Es lo que podríamos llamar la moderación histérica. O sea, centro reformismo. Ya saben: siempre que un tontaina afirma que dos más dos son seis, y alguien le corrige advirtiendo que dos más dos son cuatro, surge un centro-reformista que acaba concluyendo (talante obliga) que dos más dos son cinco.
Pues bien, la reacción a la propuesta de Zaplana ha sido múltiple. Por una parte, el PSOE anuncia que ellos sí que son genuinos y que, por tanto, modificarán el Código Civil para preparar la adopción de niños por homosexuales, con matrimonio homologable incluido. El PSOE todavía no impone la homosexualidad obligatoria, pero va camino de ello. Un heterosexual, especialmente si el tal heterosexual es varón, es sospechoso de fascismo. No decimos que lo sea, pero la sospecha es legítima.
La postura del PSOE, en cualquier caso, es clarísima: que viva el matrimonio homosexual y que viva la adopción gay. Insistimos: todavía el matrimonio gay aún no es obligatoriedad, pero la normalidad, perdón, la heterosexualidad, empieza a estar mal vista. El cine ya se ha hecho eco de ello.
En segundo lugar, la reacción, digamos populista, la tenemos reflejada en la viñeta de Ricardo, en la edición del jueves 30 del diario El Mundo (un gran viñetista, por otra parte), quien resume la situación de esta forma: Aparece una pareja de sarasas (uno de ellos con corbata, ¿eh?) y uno (el que parece jugar el papel de dama) comenta a su media naranja: Ya hemos adelantado alg el PP acepta que tengamos derecho a vivir en un armario digno. Si Zaplana creía que el mundo rosa y la progresía, tanto de izquierdas como conservadora, le iban a hacer la ola, comprenderán que ahora le echen agua encima.
El editorial del mismo diario, y misma edición, adopta una actitud muy política. Por una parte, anima al Partido Popular a defender los derechos de los homosexuales. Por otra, apoya la adopción de niños por gays, pero no la calificación de matrimonio para las parejas homo.
Luego está la reacción de los analistas de derechas, como Jiménez Losantos, en el mismo diario y misma edición, para quien lo importante es que el Partido Popular no se abandone en manos de un público que no es el suyo. Es decir, que a don Federico la homosexualidad, cuyos derechos defiende, que por algo es el director del programa estrella de la cadena de radio de la Iglesia, el matrimonio gay le importa mucho menos que el triunfo de la derecha.
He aquí una muestra insigne del pluralismo actual: al menos cinco posturas distintas y todas ellas absolutamente necias.
A ver si nos entendemos. Lo que está mal es la homosexualidad en sí, con todo respeto a los homosexuales. Es algo antinatural y por el mismo precio terminaría con la raza humana. Ahora bien, si admitimos el matrimonio homosexual, no podemos prohibir la adopción, pues la crianza y educación de la prole es uno de los fines del matrimonio.
Otrosí. Una de dos: o que dos gays que compartan el tálamo (perdón, la vivienda o solución habitacional) no tiene valor social alguno, en cuyo caso no necesita regulación legal alguna, o es un matrimonio tan válido como el formado por hombre y mujer, en cuyo caso no se les puede prohibir la adopción. O lo que es lo mismo, los socialistas proponen una bestialidad y los populares una contradicción; Ricardo no cree en la recta intención del PP, el editorialista de El Mundo pone el carro antes de los bueyes, o la adopción antes del matrimonio, y don Federico está muy preocupado por las terribles consecuencias que la quisicosa de la homosexualidad pueda acarrear a los objetivos electorales de la derecha española. Lo que, sin duda, es muy grave.
Frente a ellos, lo que propone el Cristianismo es que no hay matrimonio y adopción por parte de gays. Y si alguien quiere introducir lo que está usted pensando justo por donde amargan los pepinos no es necesario que obligue a pasar por tan doloroso trance a toda la sociedad, al Parlamento en pleno, al sistema mediático, a la sociedad española y al Boletín Oficial del Estado. Y sobre todo, no es necesario que obligue a estrujarse las meninges a don Eduardo Zaplana. El pobre, con todas las luchas intestinas en las que vive inmerso el PP, las tiene muy reblandecidas. Someterle a más presión es un claro acto de crueldad innecesaria.
Eulogio López