En el siglo XIX los progresistas don Juan Álvarez Mendizábal y don Pascual Madoz desamortizaron los bienes eclesiásticos para dárselo al pueblo.

Naturalmente, consistió en un robo de las propiedades de la Iglesia que se repartió entre los políticos y ricachos progres de la época (el progresismo relativista nace en el siglo XX). Como resultado final, se enriquecieron los políticos y encima se redujo la productividad de las propiedades eclesiásticas. Perdió la Iglesia, perdió el pueblo y ganaron los adinerados, eso sí, progresistas.

Ahora se repite la historia con el Gobierno Zapatero y con el apoyo del Partido Popular y de la prensa progre de derechas y de izquierdas. El Mundo abre con el agujero de las cajas de ahorros, que cifra en 26.000 millones de euros, mientras El País dedica su portada a la capitalización de las cajas de ahorros, en lata, a su conversión en bancos-sociedad anónima. Por cierto, ¿cómo es posible que las cajas de ahorros sufran tamaño agujero y de los bancos nada se diga cuando las entidades mutuales tienen menos morosidad que los bancos y la mora de hoy es el agujero de mañana? 

No sólo eso. Lo que el Gobierno y el Banco de España pretenden es capitalizar las cajas con préstamos del FROB, al 7,75%, lo que para muchas entidades que se acojan a este rescate puede significar un desastre aún mayor, una prolongación de la agonía.

El modelo FROB resulta especialmente perverso si lo compramos, por ejemplo, con los rescates del Gobierno británico. Lo que han hecho Brown y Cameron es comprar las acciones de los bancos en dificultades y convertirse en el dueño de los mismos para luego revenderlos cuando mejoren. Un proceso más adecuado porque tienen la posibilidad de recuperar el dinero público utilizado, si el nuevo equipo gestor logra reflotar la entidad. Así, el erario británico posee ahora mismo el 40% del capital del Lloyds. Si Antonio Horta, llegado del Santander, lograra reflotarlo...     

Por contra, el modelo español consiste en convertir en bancos, capitalizar al 7,75% y apelar al mercado. Curiosa forma de sanear una entidad, sea banco o caja, dado que el mercado es el amo más exigente y tiránico que, además, nunca gestiona, sólo aporta dinero y exige remuneración. Y lo que los bancos necesitan son más gestores que capitalistas.

Todo ello dentro del esquema Basilea III, que tiende a pocos bancos muy grandes. En materia de recursos propios, Basilea II exige un 8% de coeficiente. Ahora bien, la diferencia es que los recursos propios pata negra, capital y reservas, podían quedarse en el 2%, mientras que la deuda subordinada y las participaciones preferentes podrían cubrir el 6%. Ahora bien, subordinadas y preferentes no dejan de ser acreedores. Por tanto, Basilea III eleva hasta el 6% el primer tramo, el de capital y reservas. Conclusión: todo el mundo tiene que ampliar capital. ¿Y eso supondrá una banca mejor gestionada? No señor. El buen banquero no es el que exhibe mucho capital -ese es el millonario- sino el que tiene poca mora.

Y lo más importante: al terminar con las cajas de ahorros hacemos tres cosas: deslocalizamos le crédito -especialmente el crédito hipotecario de las familias-, se verán obligados a vender sus participaciones industriales, entre las que figuran las empresas estratégicas españolas y, por último, se perderá, aunque lo nieguen ahora, la obra benéfico social, es decir, el mayor rasgo de solidaridad con la pobreza que existe en el sector financiero español.

Otra iniciativa del dúo Salgado-MAFO consiste en obligar a las cajas que se nieguen a convertirse en bancos a recluirse en su ámbito de cobertura en su zona de actuación. Me parece bien, pero la liberalización de Fuentes Quintana, año 77, inició el proceso inverso. ¿Para qué han servido estos 34 años?      

Por supuesto, ante la mala situación de bancos y cajas de ahorros, el Gobierno Zapatero y el Banco de España no han pensado, ni por un momento, en dejar quebrar a los bancos y cajas quebrados, es decir, en la única solución posible, y justa, para solucionar la interminable crisis financiera. No hay que ayudar en modo alguno la sistema bancario. Si se han hundido, que salgan del mercado. Basta con que el Gobierno proteja al ahorrador -no al inversor- y eso ya está previsto: en el caso español, 100.000 euros de depósitos líquidos.

Por el contrario se ha elegido el peor camino de todos los posibles: la desamortización. Los banqueros más especulativos se fotran las manos, así como directivos de cajas de ahorros sin escrúpulos: con la conversión de cajas en bancos se van a forrar. De entrada, con opciones sobre acciones.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com