Si alguien se ha sentido molesto por mis declaraciones, pido disculpas, señaló el presidente de la CEOE, José María Cuevas. No fue suficiente. Aunque algunos responsables de la CEOE han mostrado su talante más conciliador, el secretario general de Fomento, señala a sus íntimos que no son suficientes y que espera una disculpa en toda regla. La reunión prevista por la patronal catalana el próximo lunes se prevé caliente.
Lo de Cuevas fue un despropósito colosal; debería callar ante estas operaciones, señalan algunos. El dilema es que hacer. Los más encabronados abogan por la ruptura. Fomento representa el 23% del empresariado de la CEOE, optaron en su momento por unificar la interlocución en la negociación colectiva; pero los nuevos tiempos puede que les hagan cambiar de opinión. En tal caso, habría un interlocutor más en la mesa; exclusivamente catalán. Eso sería el principio del fin del principio de unidad de mercado, reconocen desde Fomento.
Así que la decisión tiene su trascendencia. Por eso, los sectores más moderados prefieren optar por dejar las cosas como están y aceptar las disculpas, eso sí, previo peaje de mantener un peso específico en la nueva CEOE. Una CEOE en la que cada día desconfían más porque -según señalan fuentes de Fomento a Hispanidad- Rosell pactó con Cuevas su retirada en 1999. Cuevas ha incumplido su palabra y eso ha encabronado a los dirigentes empresariales catalanes, afirman.
Sólo cabe esperar que las aguas vuelvan a su cauce. Cuevas ha pedido disculpas por unas palabras desafortunadas. No tuvo un buen día dice el vicepresidente económico. Pero la amenaza está ahí. Y el mal rollo, existir, existe.