La Paz es vivir sin miedo, sin amenazas, sin atentados. No hombre no, don Jesús Eguiguren, presidente de los socialistas vascos y eterno negociador con ETA.

Verá usted: esa era la paz de Vito Corleone: si le obedecías sin rechistar nadie te tocaba un pelo: vivirías sin miedo y con la única amenaza del propio don Vito.

Por contra, no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón y no puede haber perdón sin arrepentimiento. Si la paz en Euskadi consiste en hacer tabla rasa sin arrepentimiento de los terroristas y sin pedir perdón a las víctimas y a sus familiares, entonces estaríamos ante una paz injusta.

Eguiguren, además, insiste en su teoría de que el que sabe de terrorismo es él, no las víctimas. En primer lugar es falso y, además, supone una falta de respeto al dolor de las víctimas. Durante el juicio de un etarra, la esposa de Eguiguren increpó a la presidenta de La Asociación de Víctimas del Terrorismo, Ángeles Pedraza, con el espíritu de los miserables, es decir, haciéndose la víctima cuando no lo es. Me temo que en el domicilio de los Eguiguren donde no ese entiende el significado de la paz que se pretende y por la que todo el mundo apuesta, pero no al precio de la injusticia con el débil.

Eulogio López

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