Sr. Director:

Esta tarde ha tenido lugar en el Salón de Grados de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid una mesa redonda sobre la Educación para la Ciudadanía. Intervenían don Jaime Urcelay, presidente de la asociación Profesionales por la Ética, y don Eugenio Nasarre, diputado del Partido Popular.

La intervención del señor Urcelay ha sido sencillamente soberbia. La del señor Nasarre ha colmado la medida de indignación que un servidor puede soportar sin abrir la boca. Después de pronunciar un floreado discurso sobre el sentido de la educación en Fichte y las ideas que al respecto profesaba Jules Ferry, cosa que a los presentes nos traía sin cuidado, ha dejado bien clara la postura de su partido frente a la nueva asignatura gubernamental: placet iuxta modum, esto es, sí pero con reparos (a propósito, una postura muy parecida a la sostenida respecto de la reforma del Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio): están de acuerdo con que se eduque a los niños y adolescentes en los valores constitucionales a través de una nueva asignatura que haga un recorrido por la Constitución y las principales instituciones del Estado, pero querrían evitar la sombra del "adoctrinamiento".

A la pregunta de uno de los presentes en el acto sobre la posibilidad de interponer un recurso de inconstitucionalidad contra la medida, Nasarre ha respondido diciendo que su partido no la contempla: prefieren que lo hagan los particulares a través del recurso de amparo. A la pregunta de si en la normativa de desarrollo emanada de las Comunidades Autónomas en que gobierna su partido se va a incluir mención del derecho de los padres a elegir no ya el centro docente, sino la misma educación de sus hijos, ha contestado que no, que no se incluirá dicha mención, porque de hacerse debería incluirse también mención a otros muchos derechos (libertad de expresión, etc.), lo que recargaría innecesariamente la norma. En definitiva, que no van a mover un dedo. Y todo por razones de oportunidad política. Una auténtica pena.

Antonio Martínez

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