Newsweek cierra su edición vegetal. A partir de ahora, se marcha a Internet. El País, El Mundo y ABC se jibarizan con despidos continuos. Y en el entretanto, resulta que los grandes medios tan sólo obtienen -según los cálculos del sitio especializado PrNoticias- un 15% de sus ingresos publicitarios por las ediciones digitales de los diarios vegetales. En ese 15% figuran, además, los escasos ingresos por pago en Internet, un verdadero fracaso aunque Pedro J. Ramírez se empeñe en lo contrario.
Pero no sólo la prensa se muere mientras los editores siguen obteniendo sus réditos de ello (no vía beneficio, créanme). Que la prensa vegetal se muere ya no es noticia. La próxima noticia puede ser la muerte del libro vegetal, asimismo a manos de Internet. Tengo un amigo, gran lector, que ya no compra libros. Se va a las librerías, coge sus principales títulos y luego se los baja y los lee en su 'e-book', concepto hortera para referirse al audiolibro.
Pero todo esto, con ser grave no es lo peor, porque el problema del futuro para las empresas informativas no es la publicidad, vegetal o digital, sino sencillamente que la publicidad va a dejar de existir como la entendemos. La prensa vegetal se muere, la publicidad, de todo tipo, tal cual la entendemos ahora.
Además, cuidado con la mezcla de información y publicidad, que se está produciendo, por ejemplo, en TV, donde el locutor de deportes enlaza las últimas declaraciones del amigo Mouriño con el consejo publicitario de un dentífrico formidable para las encías. No, es no es la solución.
Pero eso sólo sería una crisis económica que, con ser relevante, no es lo más importante. Hay otros problemas de fondo. Y el fondo de la comunicación es la información. Ejemplo: Internet corre el riesgo de convertirse en un escenario donde todos hablan y nadie escucha, donde muchos escriben y pocos leen, o leen en cultura twitter, que no admite conceptos de más de 140 caracteres, es decir, el formato del pensamiento débil.
Hemos pasado de una información de masas, con pocos emisores y una turbamulta de receptores, al escenario contrario: todos somos actores pero no hay público.
Al final, lo que queda es Internet y TV frente a frente, lenguaje oral frente a lenguaje escrito. O lenguaje conceptual -el escrito- frente a imagen televisiva. No necesito decirles cuál va a ser el más profundo y cuál el más superficial.
Desde que se inventó la imprenta, y desde que los efectos de la imprenta los multiplicó Internet, el lenguaje que no necesita memoria -el escrito- es muy superior al oral.
Ahora bien, ¿todos estos cambios son malos? Yo creo que no. La prensa, de historia egregia, se había convertido en un oligopolio donde sólo sobrevivían los "Señores de la prensa", convertidos, no ya en el cuarto poder, sino en el primero. Internet ha terminado con ello e Internet es el reino de lo pequeño. La red no sabe de tamaños y un bloguero puede influir más que el diario más vendido. Eso sí, lo malo que tienen los cambios es que muchos se quedan en el tránsito.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com