Es decir, la industria se encuentra en caída libre. Recuerda peligrosamente al declive del textil en la Cataluña de los 70 y 80s. Hoy no queda ni una sola instalación industrial.
Tampoco los servicios han agarrado el relevo. Ambos sectores capitanean las cifras de paro del mes de enero. Y desde luego, la construcción no está para ayudar. El millón de viviendas en stock, pesan como una losa sobre la economía. ¿Y ahora? Sálvese quien pueda. Toca espabilar, trabajar más por menos, que diría Obama. Aplicar solidaridad, que reclama también Obama. Y apostar decididamente, de una vez por todas, por la productividad.