La propiedad tiene límites y obligaciones. No es mal recordatorio. Sigamos: la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) no es un tema nuevo : es el deber de la empresa y del particular de devolverle a la sociedad algo de lo que la sociedad le ha dado, pero eso ya estaba en la Rerum Novarum, de León XIII; en la Mater et Magistra, de Juan XXIII y en la Centessimus Annus, de Juan Pablo II. Al parecer, no la inventaron anteayer. Las tres encíclicas han conformado la Doctrina Social del a Iglesia, una paradoja de lo más coherente que, por un lado, defiende la propiedad privada como un derecho inalienable, pero que, por otra parte, considera que ese derecho no puede hacerse a expensas de los no propietarios. Y esto porque el trabajo no es un factor más de la producción: es el factor humano. Por todo ello, el objetivo único de la empresa no puede ser el beneficio y la justicia no camina por los predios del socialismo, pero tampoco por los del capitalismo. A fin de cuentas, como recordaba Chesterton: ¿Qué más me da que todas las tierras del condado sean propiedad del Estado o que lo sean del Duque de Wellington? Tan injusto es el estatismo como el monopolio. Ni Marx ni Milton Friedman. Por otra parte, el Estado (ley de fundaciones) no puede convertirse en árbitro, cuando no en dueño, de la propiedad privada, así como tampoco en regulador de la RSC.

Es un resumen, demasiado breve, de la conferencia que pronunciara el presidente de Mutua Madrileña, José Manuel Ramírez Pomatta, en la clausura del curso académico 2006 de la Academia de Medicina. Me ha llamado la atención porque no es habitual que en un empresario de éxito, al que muchas empresas buscan como inversor, cite en un texto académico (o no académico, simplemente en público) encíclicas papales. Uno diría que sólo se guardó la Quadragesimo anno y la Laborem Exercens. Es decir, el señor Pomatta ha hecho algo políticamente incorrecto. En los ambientes empresariales y financieros, no hace intelectual, ni moderno, ni profesional, citar a los pontífices, y mucho menos afirmar que el acabóse de la modernidad, es decir la RSC, ya la inventó León XIII a finales del XIX.

En cualquier caso, Pomatta ha simplificado (ver texto completo de la conferencia) toda la pedantería de la RSC, algo que siempre se agradece. Al final, todo el debate económico de esa línea maestra que evita tanto el capitalismo como el comunismo, podría resumirse así: la propiedad, privada; la solidaridad, también. Y que la segunda crezca más que la primera, por favor.