El golpe de mano lo dio Zapatero regalando el voto a los hijos de la guerra civil Ha pasado demasiado desapercibido, pero puede consolidar la victoria de Zapatero per secula, seculorum. A raíz de la Ley de Memoria Histórica, el Gobierno decidió conceder la nacionalidad española a los hijos y nietos de expatriados de la guerra civil. En realidad, inentendible, porque un español no dejaba nunca de serlo, aunque fuera expatriado. Quizás se arrepintieron de ser españoles porque gobernara Franco y renunciaron a su nacionalidad.
Pero no importa, ahí está Zapatero y el espíritu del capitán Lozano, para recuperarles la nacionalidad. De esta manera, mexicanos, argentinos, cubanos, y venezolanos que ni se sienten españoles, ni piensan regresar a la tierra de sus antepasados, son españoles por ley. Y siendo españoles, podrán votar. ¿Se imaginan a quién?
Mientras tanto, los analistas andan escudriñando los casi 300 folios de las propuestas del Consejo de Estado sobre la reforma de la Ley Electoral. Un ejercicio académico más que político, porque la reforma no se producirá nunca por la simple razón de que debería hacerse por el consenso del PP y el PSOE. Y ese nunca existirá porque la reforma se hace para que te beneficie. No está demás recordar que la Ley Electoral vigente es anterior a la Constitución. Se hizo sin oposición. Se marcaron unas reglas de juego y moverlas puede suponer un verdadero conflicto civil.
Por el contrario, la verdadera reforma es la de Zapatero. Y esa ha pasado desapercibida a pesar del calado.