El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Jiménez Gallardón, no descarta "estar en el Congreso" de los diputados en 2008 "siempre y cuando sea compatible con el ejercicio de la alcaldía si los ciudadanos quieren que sea su alcalde. En el supuesto de que los ciudadanos quieran que siga siendo su alcalde, me gustaría apoyar el proyecto de Rajoy en las elecciones de 2008. El partido decidirá cómo quiere que sea ese apoyo. A mí me gustaría compatibilizarlo con el ejercicio de la alcaldía, y sí me gustaría ir en la lista de Mariano Rajoy".
Las declaraciones del muy progresista alcalde de Madrid suceden a las realizadas por la muy liberal Esperanza Aguirre, a la sazón presidenta de la Comunidad Autónoma Madrileña, en la que consideraba "positivo" que una mujer ocupara el segundo lugar en la lista por Madrid, detrás de Mariano Rajoy, en las Generales de 2008. Sólo le faltó añadir: Yo misma.
Para entendernos, el alcalde presume de que su pacto con Rajoy consiste en que ganar las elecciones en el municipio de Madrid en 2007, y en 2008 abandonar la Alcaldía, que dejaría en manos de Ana Botella, con lo que Aznar se quedará muy contento, y Jiménez Gallardón volaría, no sólo al Congreso de los Diputados, sino también a la Portavocía parlamentaria (el que sale en la tele) e incluso, ¿por qué no?, a la Secretaría General del Partido, para domeñar a un aparato que le odia. En resumen, para el sacrificado Gallardón: estaría dispuesto a ser Acebes y Zaplana al mismo tiempo, y, si se tercia, alcalde de Madrid en sus ratos libres.
Esperanza lo tiene más difícil, porque no se puede presidir Madrid y estar en el Congreso. Ahora bien, si el Partido Lo exige, ella asumiría su responsabilidad, claro está, por mucho que se queje la familia, oiga. Aguirre suspira más por la Secretaría General que pro la portavocía parlamentaria, que ella ya se ha pateado mucho legislativo, incluso como presidenta del Senado. Pero conste que ella sólo lo hace para reivindicar los derechos de la mujer.
Dicho de otra forma, el progresista y la liberal sólo coinciden en una cosa (bueno, en dos, si contamos su desprecio por el derecho a la vida): ambos humildes personaje de la cosa pública anhelan que en 2008, Rajoy se estrelle. Porque cuando el líder se estrella, el número dos tiene muchas posibilidades de hacerse con el poder. Y no olvidemos que tanto doña Espe, como el señor Jiménez serán jóvenes en 2012 (60 y 53, respectivamente).
¿Ven ustedes? Esto no ocurre en el PSOE. En el partido obrero, por decir algo, Zapatero odia a su vicepresidenta, Fernández de la Vega, a la que considera una ambiciosa que quiere robarle el protagonismo político. Por el contrario, De la Vega, sólo desea ser la primera mujer presidenta del Gobierno y sabe que si no llega a ser por las presiones del lobby feminista del PSOE, ya se habría librado de ella condenándole a luchar -y perder- en Madrid. Sin embargo, ambos no hacen más que lanzarse flores el uno al otro.
Eulogio López