El efecto del Plan para Grecia, mega acuerdo político en la Unión Europea, duró 48 horas antes de que los mercados se derrumbaran otra vez. Para ser exactos, duró lo que los especuladores privados, fondos y bancos de inversión principalmente, hicieron y deshicieron sus posiciones… para ganar ellos y que perdieran todos los demás, inversores, ahorradores y contribuyentes, también conocidos como ciudadanos durante las campañas electorales.
Ahora, el acuerdo entre republicanos y demócrata para evitar la suspensión de pagos, que era lo que no tenían que haber evitado, ha durado aún menos horas. De entrada, los mercados lo recibieron con alegría, pero los especuladores ya tenían prevista su actuación: duró horas. A lo mejor deberíamos meternos en la cabeza, sobre todos los gobiernos de Occidente, que cada medida que adoptan para tranquilizar a los mercados es interpretada por éstos como un chollo para sus bolsillos: siempre habrá alguien, el Estado, que salve el dinero. Conclusión: en la mañana del martes 2, la prima de riesgo española superaba los 400 puntos. Rubén Manso lo explicaba hoy en Onda Cero: ya estamos en la espiral de la deuda, donde emitimos, no para financiar inversiones, ni tan siquiera gasto social, sino para pagar los intereses de emisiones anteriores.
Como diría el premier griego, Giorgos Papandreou, que algo sabe de estas cosas: "profecías autocumplidas hasta llevar a la quiebra a un Estado".
¿Cómo pararles los pies a los mercados? Pues quebrando y dejando de emitir deuda. No gastar más de lo que se ingresa.
La prensa progresista dice que el Tea Party está compuesto por fanáticos. Pues en esta ocasión son los fanáticos los que tiene razón. Porque el Tea Party no quiere reducir impuestos sino, antes que eso, reducir el gasto público y el tamaño del Estado, verdadero censor del individuo. Esta es la cuestión.
Eulogio López
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