Sr. Director:

Existen dos presiones sobre el aborto, que apuntan a polos opuestos. La primera sería esa del qué dirán los vecinos, del eres una fresca por ser madre soltera, o del cásate con 16 años antes de ser madre.

La segunda, al contrario, sería esa del es lo mejor para todos, del vas a echar a perder tu vida, o del ahora no puedes tener ese hijo. La primera postura, por suerte, fue enterrada, pero, lamentablemente -y como ocurre en muchas facetas del ser humano-, ha sido sustituida por el extremo contrario. En teoría, una mujer embarazada que decidiera realizarse un aborto, debería tener a su disposición información verídica, apoyo psicológico, posibles alternativas...

Es obvio que, en tales circunstancias, los únicos abortos que se realizarían serían los verdaderamente dramáticos. A cambio, tenemos a muchas mujeres predirigidas en una dirección para la que no hay marcha atrás, sin alternativas, sin apoyo y con todo el peso de la sociedad sobre ellas solas. Casos como el de Morín, recién readmitido por el Colegio de Médicos de Barcelona, confirman esta tesis.

Dejando de lado las connotaciones éticas en torno a este señor, tenemos que contrataba a inmigrantes irregulares sin la titulación médica correspondiente, utilizaba a empleadas de la limpieza como enfermeras, realizaba sedaciones sin las pruebas preliminares necesarias, falseaba los exámenes psicológicos, cobraba abusivas cantidades en dinero negro... ...Y, ante todo esto, repito, dejando de lado cuestiones sobre la dudosa catadura moral de este individuo, vemos cómo en el Colegio de Médicos de Barcelona lo readmite... Realmente, existe esa presión que decía al principio: una desmitificación del drama que implica el aborto, una sucesión de eufemismos para anestesiar a la sociedad, pero, incluso, un apoyo activo en esta dirección. Me pregunto si la enfermera por la que ha muerto el bebé marroquí hace poco será readmitida en su profesión... Sin embargo, el médico que realiza abortos falseados de fetos de 7 y 8 meses, por miles, vuelve a la carga impunemente. Formamos una sociedad verdaderamente enferma.

Miguel Miranda Barrientos

mitch_buchannon_@hotmail.com