Empieza a ser cosa de mucha risa esto del cambio al PSOE. En menos de una semana, los servicios Informativos de la radio y la televisión pública se han adaptado maravillosamente al nuevo estado de cosas. Ríase usted del vuelco electoral; para vuelco, el de RTVE: el "No a la guerra" ha sustituido a la alianza atlántica y al amigo americano como pieza básica de la lucha contra ETA, las manifestaciones por Iraq y Palestina a la responsabilidad institucional y a los viajes internacionales de José Maria Aznar. De repente, en el Pirulí y en la Casa de la Radio han descubierto que, después de todo, la contención del déficit público no es tan importante y que Rodríguez Zapatero cuenta entre su equipo económico con varios aspirantes al Nobel, mientras cunden la dudas sobre la idoneidad de Rodrigo Rato para dirigir el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Tertulianos como Pilar Cernuda y Fernando Jáuregui (que han permanecido durante toda la etapa popular) se han convertido en los verdaderos voceros del ideario de la Casa, mientras los tertulianos próximos al PP, como Carlos Dávila o Ramón Pi (este último especialmente, porque es cristiano, y si algo no soporta el progresismo es a un cristiano. Recuerden que Zapatero no es de izquierdas, sólo es progre), buscan trabajo en medios privados (desde luego, no en Prisa-Sogecable).
Lo único que no es divertido es que continúa la campaña de linchamiento del director de los Informativos de RTVE, Alfredo Urdaci, quien, si bien fue el brazo armado del Gobierno en RTVE, no merece que se vierta sobre él todo el lodo que se está vertiendo. ¿O es que ya nos hemos olvidado del vergonzoso ditirambo de la televisión felipista, a cuyo frente figuraban algunos de los que hoy injurian a Urdaci? ¿Nos hemos olvidado de los tiempos de José María Calviño y Enric Sopena?