- La contradicción de Moncloa -una reforma sin poner dinero público y sin que quiebre ningún banco- obliga a alargar los plazos.
- Primero, provisionar con cargo a beneficios y/o reservas; si no basta, a fusionarse; si no basta; a nacionalizar.
- Y si hay que pagar, que pague Europa... sólo que ésta no quiere.
- En cualquier caso, habrá emisiones gigantes de capital contingente (CoCos) para sanear la banca: ¿Quién será el avalista?
- Además, Luis de Guindos tiene que conseguir que dichas emisiones no computen a efectos de déficit público.
Es la reforma "sin-sin", es decir, sin que precise aportación de dinero público y sin que quiebre ninguna entidad. Por tanto, no sólo es una reforma sin-sin sino una reforma imposible, una contradicción en sus propios términos.
En cualquier caso, es lo que Mariano Rajoy ha exigido al titular de Economía, Luis de Guindos. Por eso, éste ha emprendido el único camino posible, y lo ha hecho cruzando los dedos.
En primer lugar, plan de provisiones. Las entidades tendrán que sanear con cargo a su propio beneficio y/o a sus propias reservas. Se les hará un calendario asequible, con unas provisiones sobre suelo e inmuebles que no resulten demasiado duras. Y al tiempo tendrán que cumplir con el calendario de la Agencia Bancaria Europea, que exige un coeficiente de recursos propios del 9% para el 30 de enero. Eso sí, De Guindos, al contrario que hicieron Elena Salgado y Fernández Ordóñez, exigirán a la Unión Europea (UE) que se olvidaron de este pequeño detalle que caracteriza a la banca española: más provisionada que capitalizada.
Hasta aquí ni un euro del erario público. Ahora bien, ¿Qué pasa con las entidades que no puedan sanearse solas? Pues entonces se entrará en la segunda fase: que sean absorbidas por otra entidad mejor: fusiones. Ahora bien, cuidado con esto: Caixa y Bankia están dispuestas a fusionarse mañana mismo pero necesitan ayudas públicas. ¿Y entonces?
Habría que nacionalizar, como Gran Bretaña, pero ahí ya hay dinero público, se recupere luego o no, que no se recuperará.
Tercera fase: si saneamiento interno y fusiones no bastan, habrá que acudir a la emisión de títulos que saneen y capitalicen. Son los famosos CoCos, capital contingente que se lanzará el mercado, Primera pregunta: ¿Quién los emite? Segunda, ¿Quién avala?
Como se supone, siempre en teoría, que continuamos en la utopía sin-sin de don Mariano Rajoy, y la opción quiebra o liquidación de entidades zombis queda aparcada, De Guindos se ha preocupado de pedirle dos cosas a Europa: la primera, que dichas emisiones no computen como déficit público. Esa puede ser aceptada. Ahora bien, ya se le ha dicho que ni de broma a la segunda petición: que los fondos europeos (Fondo de Rescate Temporal de la Unión Europea (FEEF) o Fondo permanente (ESM)) respondan de posibles impagos. Desde Alemania, donde se encuentran radicados, ya se ha advertido a España que ni lo piensen: esos fondos fueron creados para sanear deuda pública, no bancos privados.
Pero como dicen en Economía, "para negociar esa fase todavía hay tiempo". Además, España apenas ha empelado dinero público para sanear su banca, una nimiedad frente a las cifras empleadas por Alemania, Reino Unido, Francia, Holanda, etc. Y en los 'rescates' europeos a, por ejemplo, Irlanda, la deuda pública se confundía con la privada.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com