Sí, la religión católica es la más perseguida del mundo, pero eso es comprensible por dos razones:

1. Es la verdadera. La gente no pierde el miedo odiando a las estafas insultando a las filfas o persiguiendo a las naderías.

2. ¿Seguro que existen tantas religiones? Considerando que le ateísmo no es una religión aunque sea ferozmente dogmático, que el agnosticismo no es más que ignorancia, a veces incluso no culpable, que el panteísmo -seguramente la religión más extendida del planeta- ofrece una cosmovisión de la desesperanza o de la inacción, que el judaísmo no es más que el prólogo del cristianismo, que el budismo, taoísmo y confucionismo no son religiones -no porque lo digo yo, sino porque lo dicen Buda, Lao Tsé y Confucio, que sintoísmo y animismo no son sino el vislumbre de lo numinoso, sin forma ni estructura, que el Islam no es más que una reducción del cristianismo a sus aspectos más formales y que las distintas confesiones cristianas son cismas o herejías de Roma, podemos llegar a la conclusión de que la religión católica no es la religión más perseguida, sino la única.

Su principal adversario en la gran batalla de la historia entre la verdad y el error no es otra confesión, sino el panteísmo (como decía Chesterton: o cristianismo o panteísmo, no hay más) en todas sus formas. Pero habrá que insistir: el panteísmo no es una religión sino una cosmovisión.

Y si en lugar del concepto religión tan escurridizo, habláramos de Iglesia, bueno, entonces el razonamiento anterior se vuelve evidencia. ¿O es que existe la Iglesia musulmana?

Un cínico podría  oponer a todo lo dicho que, si la religión católica es la única religión es lógico que sea la más perseguida. La respuesta es: tiene razón. Otra cosa es que esa persecución sea justa, que no lo es. Ni que salga gratis, que no saldrá.

Y tampoco se preocupa en exceso por la persecución, que no deja de ser el inevitable signo de los tiempos. Mucho más temible es la tibieza, porque los males de la Iglesia nunca han venido de fuera: están dentro, y a veces arriba. Créanme: el mundo no es tan peligroso.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com