Bien podemos aplicar, por su urgente actualidad, a los problemas de la familia las palabras del Concilio Vaticano II: "Nuestra época, más que ninguna otra, tiene necesidad de esta sabiduría para humanizar todos los nuevos descubrimientos de la humanidad.
El destino futuro del mundo corre peligro si no se forman hombres más instruidos en esta sabiduría" (Const. Gaudium et spes, n. 15).
No existe una técnica del matrimonio perfecto ni de la familia ideal. Los grandes problemas humanos sólo se resuelven con las luces de la ética. "La educación de la conciencia moral que hace a todo hombre capaz de juzgar y de discernir los modos adecuados para realizarse según su verdad original, se convierte así en una exigencia prioritaria e irrenunciable" (Exhort. Apost. Familiaris consortio, n. 8).
Necesitamos sabiduría. Y ésta no se compra en el mercado. Hacen falta luces de Dios. "Es la alianza con la Sabiduría divina la que debe ser más profundamente reconstituida en la cultura actual. De tal Sabiduría todo hombre ha sido hecho partícipe por el mismo gesto creador de Dios. Y es únicamente en la fidelidad a esta alianza como las familias de hoy estarán en condiciones de influir positivamente en la construcción de un mundo más justo y fraterno".
Suso do Madrid