Estoy seguro de que la mayoría de los españoles se han quedado muy esperanzados toda vez que han oído a su presidente, que desde Túnez, país que democratizará en un par de semanas, que en 2011 se creará empleo.

La verdad es que no sería una gran noticia porque si el paro crece más, y por encima del 20%, lo mejor será marcharse de España... que no deja de ser lo que están haciendo empresas y jóvenes sobradamente preparados, hartos de sentirse inútiles. En los años 70 exportábamos emigrantes poco cualificados, ahora exportamos a los mejores o simplemente a los que quieren trabajar y no mendigar un subsidio.

El lunes escuché a un famoso empresario español pedir una nueva subida del IVA a cambio de reducir las cuotas de la Seguridad Social. Al parecer, la idea ya ronda en nuestras cabezas de huevo gubernamentales, aunque subir el impuesto indirecto, una vez más, podrá provocar incidentes electorales serios. Pero la idea del cuotas por IVA, tan querida del fallecido José María Cuevas, no es mala. En efecto, en España se cobra poco, los impuestos laborales - especialmente las dichosas cuotas- son muy altas. No, no es mala idea, aunque ya debió hacerse con la anterior subida del IVA (del 16 al 18) que entró en vigor el 1 de julio último. 

Lo que no me gusta es el cofre en el que se envuelve -lo envolvió el susodicho empresario que hablaba off the record por lo que no citaré el nombre- dentro de la necesidad de mejorar la competividad española. Y es que me suena a modelo chino (o indio, o brasileño, o mexicano). En definitiva mejorar la competitividad y exportar gracias, no a la mejora de la productividad sino a costa de salarios bajos, es decir de explotación laboral.

La competitividad no es más que un cociente entre el dividendo -la productividad- y el divisor -el coste laboral-. Los chinos e indios crecen y exportan pero gracias a unos salarios de miseria. Si se trata de mejorar la productividad, la china, antes prefiero volver, no ya a los aranceles, sino a los contingentes. Si las mejoras de productividad -que es precisamente lo que está ocurriendo- se realizan a costa de los salarios, que es lo que está ocurriendo en España, mejor volver al proteccionismo. El modelo económico occidental no se caracteriza por el librecambio sino por la erradicación de la pobreza. Si para competir con los países emergentes deduzco los salarios entonces prefiero no competir. No se trata de reducir el denominador sino de aumentar el numerador.

En otras palabras, la ecuación de una reforma laboral (la de septiembre no ha servido para nada, así que hay que afrontar otra) es la siguiente: despido libre y reducción de impuestos laborales pero a cambio de unos salarios dignos. Los de España son poco dignos: un español cobra de media la mitad de un alemán y menos de la mitad que un británico: cuidado con el modelo chino, porque es un modelo injusto de explotación de la persona a mayor gloria del sistema, de eso que hacen realidad una de las grandes paradojas del mundo actual, muy querida por los políticos: que la economía nacional marche bien mientras las economías de los nacionales, de las familias, marche mal. Y es un sistema ferozmente anticristiano.

¿Quiere usted decir que lo que propone es aplicar el despido libre a cambio de colocar el salario mínimo en los 1.000 euros netos? Sí, quiero decir justamente eso. Y dejen de agitar el espantajo de la inflación, porque su único origen no está en los salarios.

Otra cosa es que la necesaria segunda reforma laboral implique más horas de trabajo y menos subsidio de paro. Con oportunidad de trabajar y de cobrar un salario digno estoy seguro que la mayoría de los españoles de bien lo aceptarían con gusto. Y los que no lo acepten mucho me temo que no son españoles de bien. Por ejemplo, el ajuste económico del 15 de mayo, con la reducción del salario de los funcionarios fue un error: otra vez se incidía sobre el denominador. Mejor hubiera sido mantener, incuso aumentar, el salario de los funcionarios a costa de trabajar más horas.

Si se cumple la premisa de salarios dignos, estoy seguro de que los trabajadores españoles (he dicho los trabajadores no los sindicatos, que viven del subsidio) aceptarían de buen grado, no sólo el despido libre y la reducción del paro sino también unas medias mucho más duras contra el absentismo laboral que, en efecto, en eso tiene razón el Gobierno, es un cachondeo.

Esta es la clave de la creación de empleo a corto plazo, medida que debería combinarse  con otra que opera en el medio plazo: la de la formación profesional. Pero lo importante es lo otro: despido libre a cambio de salario digno. Modelo chino, no, gracias.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com