"Es paradójico y trágico, dice el Papa, que en la era de la globalización, cuando las posibilidades de comunicación e interacción con los demás han alcanzado una dimensión que las generaciones precedentes apenas podían concebir, tantas personas se sientan aisladas unas de otras".
No debemos olvidar que este hecho plantea numerosos problemas sociales que no se pueden resolver sólo en el ámbito político, pues incluso las mejores estructuras funcionan únicamente cuando en una comunidad existen unas convicciones vivas capaces de motivar a los hombres para una adhesión libre al ordenamiento comunitario
Y, dado que el amor de Dios lleva a la participación en la justicia y en la generosidad de Dios con los demás, Benedicto XVI reconoció que, "la vida cristiana lleva naturalmente a la solidaridad con los conciudadanos y, en realidad, con toda la familia humana".
Lleva a la decisión de servir al bien común y de responsabilizarse de los miembros más débiles de la sociedad, contrarresta el deseo de acumular riqueza sólo para uno mismo.
Nuestra sociedad necesita escapar del hechizo de los bienes materiales y centrarse, en cambio, en los valores que promueven realmente el bien de la persona. Esta conclusión contrasta con los motivos que han llevado a causar una de las más graves crisis económicas mundiales.
Jesús Domingo Martínez
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