Inevitablemente cuando se mencionan películas de guardaespaldas se recuerda la magnífica En la línea de fuego (Wolfgang Metersen, 1993) y se vuelve a ver el angustiado rostro de Clint Eastwood. La sombra de la sospecha coincide con aquella en que alguien pretende atentar contra la vida del Presidente de EEUU, pero la trama avanza por otros derroteros.
En los 141 años de la historia de los Servicios Secretos de EEUU nunca ha habido un traidor...hasta ahora. El agente Pete Garrison (Michael Douglas) en un profesional que vela con excesivo celo la seguridad de
La sombra de la sospecha se estrena en pleno verano: opción más que correcta. Se trata de un thriller de acción bien rodado, bien interpretado, pero nada novedoso en su argumento, que resulta muy apto para sesiones veraniegas en las que se buscan productos entretenidos, ágiles, y que no planteen demasiados quebraderos de cabeza.
Es cierto que chirrían detalles como el absurdo e increíble motivo de rivalidad entre el guardaespaldas Garrison (Michael Douglas) y el agente Breckinridge (Kiefer Sutherland) o que la bajita actriz Eva Longoria (muy de moda por su presencia en la serie televisiva Mujeres desesperadas) no da la talla para encarnar a una agente eficiente y peligrosa (durante toda la película el director no puede hacerle a la actriz planos generales pues se verían unos inmensos tacones, muy poco apropiados para las persecuciones en las que ve involucrada). No obstante a pesar de la falta de originalidad del relato, La sombra de la sospecha se ve de un tirón si no son demasiado exigentes.
Una curiosidad, el director de la película Clark Johnson parece marcado por el escenario de