A lo largo de sus casi ocho años de pontificado, Benedicto XVI nos ha dejado bellas enseñanzas sobre cómo la sucesión apostólica asegura "la fidelidad a la enseñanza y a la práctica de los apóstoles", y sobre cómo el Espíritu Santo actúa incluso en medio de las debilidades y mezquindades de los hombres.
Éste es el misterio de la Iglesia, fundada sobre el pilar de san Pedro: Dios ha querido actuar por medio de los hombres, sin anular su libertad, pero sin dejar nunca abandonada a la Iglesia, a la que Cristo ha prometido acompañar hasta el final de los tiempos.
Durante este mes de marzo vamos a revivir un nuevo episodio en esta sucesión apostólica.
Jaume Catalán Díaz