EDF está firmando acuerdos de suministro con toda la industria básica francesa a 30 años
Con cierta retranca, el presidente de la patronal eléctrica UNESA, Pedro Rivero, ofrecía recientemente un cuadro sobre el precio comparado de la electricidad en Europa. Sólo había un vacío: el del coste de la electricidad en Francia para los grandes consumidores: estaba en blanco. Rivero sospechaba que ese coste era mínimo, más que nada porque es, efectivamente, mínimo, sólo que en Francia se lo callan.
Naturalmente, no sea que el gigante nuclear francés EDF esté empeñado en vender energía barata y quiere ganar menos dinero de lo que debería ganar. No, lo que ocurre es que puede hacerlo, porque es energía nuclear, por tanto más barata, y también porque es una empresa pública y el Estado le obliga a vender a precios de risa.
Con esos costes, las grandes corporaciones francesas se permiten el lujo de planificar su costes energéticos en función de sus gastos energéticos, y se quedan muy tranquilos, porque EDF les permite planificar a 30 años y con una tarifa de coste mínimo (por eso no quieren publicitarla).
Las empresas españolas, por contra, sólo disponían de la tarifa nocturna para poder competir con las francesas. Una tarifa que, además de equilibrar la red, resultaba muy querida para las empresas de utilización intensiva de energía, especialmente para las cubas electrolíticas: soldaduras automáticas, aluminio, revestimientos de oro y plata, etc.
El asunto es tan grave que podría forzar a algunas empresas a deslocalizarse y emigrar... por ejemplo a Francia, donde los salarios son más elevados pero la energía más barata.