- El buscador se está convirtiendo en un monopolio todopoderoso sin que el comisario europeo de la competencia haga nada para poner frente a su posición de dominio.
- Almunia no se atreve a ponerle el cascabel al gato y sancionar al gigante norteamericano, muy protegido por la administración de su país.
- Poco parece importarle la opinión de las telecos, que denuncian que sin pagar apenas nada utiliza la inversión de éstas en infraestructuras para expandir su poderío.
- Su contribución es, proporcionalmente, muy inferior a la de cualquier usuario particular de banda ancha.
- Google es un monopolio de facto que tiene una cuota de mercado superior al 80% en el negocio europeo de búsquedas por Internet.
La prensa internacional se hace eco este martes en noticias y editoriales de las tibias medidas antimonopolio que está aplicando Bruselas a Google y cómo esa inacción está crispando cada vez más los ánimos de los rivales del omnipotente buscador.
La misma UE, que castiga duramente a empresas como Microsoft o Telefónica, ya no sabe dónde ir a buscar más paños calientes para gestionar a Google. Sus competidores en el ámbito de las búsquedas de servicios por Internet (viajes, compras…) consideran poco o nada efectivas las medidas antimonopolio de la UE para frenar el supuesto dominio de Google en el ámbito de las búsquedas y no cesan de reclamar acciones más severas.
El origen de la protesta se remonta a 2010 tras las acusaciones por parte de Microsoft y otras compañías (Expedia, Yelp…) de que Google sesgaba los resultados de las búsquedas en favor de sus servicios y en detrimento de la competencia. Google -un monopolio de facto que tiene una cuota de mercado superior al 80% en el negocio europeo de búsquedas por Internet- hizo una serie de concesiones tras las conversaciones con la autoridad antimonopolio de la UE y eso calmó los ánimos de Bruselas. Pero sólo los suyos.
Los competidores de Google consideran que el proyecto puede tener el efecto contrario del buscado y hacer que los usuarios no entren en sus páginas tras recibir los resultados de las búsquedas en Google. Señalan además que el pago de anunciantes como enlaces patrocinados y su presentación en las búsquedas pueden entorpecer la entrada y la visibilidad de los enlaces de la competencia de Google.
El vicepresidente de la Competencia de la Comisión Europea, Joaquín Almunia (en la imagen), último responsable de la decisión que se tome y de continuar -o no- tratando a Google de forma distinta y mejor que a compañías inversoras, que pagan impuestos y que crean empleo y riqueza, deberá decidir el próximo mes si Google tiene que hacer más concesiones, una vez finalizada la prueba de mercado que se ha llevado a cabo para recabar la opinión de los actores implicados en el asunto, incluidos los denunciantes.
Si la decisión de Almunia vuelve a quedarse corta en contundencia, tal vez por miedo a la administración norteamericana, que protege los intereses del buscador, el agravio al resto de la industria va a ser histórico.
La inhibición de Almunia supondrá un agravio especialmente sangrante en el caso de las telecos, cuyos intereses perjudica sin invertir en infraetructuras y pagar apenas nada por los megas que consume, un hecho denunciado ya por César Alierta, presidente de Telefónica, en un congreso de móviles internacional.
Paga más, proporcionalmente, por el disfrute de internet, cualquier cliente de la red. Y eso sin hablar del daño que ha causado a grandes empresas como Nokia, que le acusan de aprovecharse de su posición de dominio con el Software Android para vender sus aplicaciones de forma engañosa.
Miriam Prat
miriam@hispanidad.com