Decíamos ayerque lo políticamente correcto ha pasado a constituir la principal barrera para la verdad. Decimos hoy que si a lo policorrecto le añadimos el tópico, entonces ya la verdad se pierde, se marea, se exilia y se desvanece.
Hablo de la famosa entrevista de Carles Francino, el sustituto de Gabilondo, en la Cadena SER, a Rodríguez Ibarra, el presidente socialista de Extremadura. Ibarra fue durísimo con Zapatero sobre el Estatut, y llegó a advertir que, o se modificaban los aspectos claves de la norma o no se aprobaría en la propia sede del PSOE.
Pero eso ya es sabido. Lo que me interesa resaltar es un complemento no reseñado sobre la entrevista. En un momento dado, y mientras desgranaba sus argumentos, Ibarra alude a la diversidad de la nación española, como contrapunto y complemento de su unidad innegociable. Y en ese momento comenzó la fiesta.
Al oír hablar de diversidad, Francino se da por aludido, porque los progres son como el perro de Paulov que obedecen ciegamente, impulsivamente, instintivamente, a determinadas "provocaciones" externas. Por ello, interrumpió al entrevistado y le advirtió, muy digno, un tanto dolid
-No entiendo la comparación que ha hecho entre el Estatut y los matrimonios homosexuales...
En ese momento, Ibarra puso la misma cara que los componentes del dúo Cruz y Raya cuando se topan con el absurdo ininteligible. No pronunció aquello tan castizo de ¿¿Mande??, pero le faltó un pelo.
Y es que para un buen progre, diversidad es el nuevo tópico, el nuevo conjuro para defender la homosexualidad, que, después de todo, como su mismo prefijo homo sugiere, es justo lo contrario de la diversidad.
Ibarra, que no es progre, sino un representante de la izquierda real, es decir, un señor que fastidia mucho más al progre que el derechista, porque deja al descubierto toda su impostura, dijo algo así com No sé si pretende usted confundirme.
-¡De ningún modo! advirtió Francino, un tanto molesto por esa sospecha de parcialidad (¿Parcialidad en Prisa-Sogecable? ¡Por favor, cuánta insidia!), pero dándose cuenta de que había confundido la gimnasia con la magnesia y que corría el riesgo de abrir un verdadero diálogo de besugos, Francino permitió gentilmente que Ibarra continuara.
Y es que hay que tener mucho cuidado con los tópicos progres. El tontiprogresismo reacciona a determinados conceptos como los espías rusos de aquellas novela adaptada al cine en los años de la Guerra Fría, seres-autómatas que hacían vida normal durante años, pero que al oír una determinada frase-consigna remitida desde Moscú, grabada de antemano en si subconsciente se convertían en terroristas autómatas y suicidas: ¿Diversidad? No entiendo qué tiene que ver el Estatut con los homosexuales. Por el momento, yo tampoco le encuentro relación alguna, pero Francino sí. Que despierten los durmientes: y va Francino y despierta, aunque para ello tenga que confundir la diversidad de las tierras de España con la diversidad que, según él, supone el matrimonio gay (a lo mejor es por lo del tercer sexo).
Para que luego digan que este mundo no es divertido. Será porque no escuchan a la progresía.
Eulogio López