Gran expectación con la subasta del Banco Central Europeo. Al parecer, 500 millones de europeos (bueno, la zona euro no llega a 400) dependerían de un señor, llamado Mario Draghi, quien, como buen monetarista, confunde economía y finanzas.

El drama consiste en la curiosa pero generalizada tesis de que todos los problemas de la economía mundial se solucionan dándole a la máquina de hacer dinero. Si no hay empleo, dale liquidez, si la economía no crece, dale a la manivela y fabrica más euros.

¿Aceptaría este modelo un ama de casa Cuando una familia no llega a fin de mes, ¿qué hace ¿Se va al banco a pedir un crédito o reduce sus gastos El ama de casa, el mejor ministro de Economía, reduce gastos.
Cuando un ama de casa, que trabaja con dinero propio, no llega a fin de mes, no pide un crédito al banco, sino que reduce sus gastos. Los políticos y los banqueros hacen lo contrario

Los Estados y la gran empresa se endeudan. ¿Por qué Porque la familia sabe que, cuando no pueda pagar el crédito, nadie les va a venir a ayudar. Sabe, en resumen, que trabaja con dinero propio. Por contra, el político y el gran empresario, especialmente el financiero, se apalancan con ganas porque trabajan con el dinero de los demás. El político con el dinero de los impuestos que pagan los ciudadanos -el financiero con el dinero de sus accionistas y clientes- y sabe que, si quiebra, no es él quien quiebra sino sus accionistas y clientes y que alguien, sea el Gobierno, sea el banco central, acudirá a salvarle.

El esquema de la familia es responsable, el de los políticos, bancos y grandes corporaciones es de una irresponsabilidad letal.   

Pero volvamos a la subasta del jueves del BCE, la del señor Draghi (en la imagen). Parece que no. Ni los bancos, red capilar por donde circula el dinero que fabrican los bancos centrales, han acogido con entusiasmo los créditos que, casi regalados, ofrecía el chico de Francfort. La demanda de crédito ha sido escasa. Lógico. Con una mora en la banca española, del 13%, el banco se lo piensa dos veces antes de otorgar un préstamo que probablemente no le devuelvan.

Por otra parte, si un hombre quiere montar un negocio, esto es, su propia máquina de facturar, resultaría temerario hacerlo con el 100 por 100 de financiación bancaria. Esa empresa nacería endeudada hasta las cejas: mucho tendrá que ganar para poder pagar al banco y para pagar la nómina.

¿Cuándo vamos a caer en la cuenta de que el problema económico del siglo XXI no es liquidez sino de crecimiento Salvo para los financistas, claro está, pero es que ellos son el problema. Y el crecimiento no consiste en producir más dinero sino en producir más bienes y servicios.

Por las mismas, no se crean puestos de trabajo fabricando dinero sino bajando impuestos laborales y suprimiendo trabas burocráticas al emprendedor. Y, por las mismas, se acaba con la explotación laboral. El emprendedor trabaja de firme pero no se explota a sí mismo a la hora de recoger las ganancias o de ponerse su salario.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com