La familia no sólo es una célula de resistencia a la opresión sino la única aventura que le queda al hombre contemporáneo.

Eso es, precisamente, lo que busca el hombre moderno: una causa por la que luchar, un sentido para su vida, porque quien sabe por qué vivir fácilmente encontrará el cómo. ¿Y acaso puede concebirse una aventura transitoria, a tiempo parcial, una aventura que no comprometa la vida? No. La familia, la natural, la de un hombre y una mujer abierta a la vida, es la aventura contemporánea, la única que nos queda en un mundo que nos resulta demasiado conocido.

Lo jóvenes de hoy no quieren comprometerse, es decir, son poco aventureros. Por eso no se casan, o tardan tanto en casarse y aún más en tener hijos. No son tiempos románticos.

Todo esto y algo más se me ha ocurrido al terminar de leer otra genialidad de Chesterton, es obra de teatro, El Juicio del Dr. Johnson, que acaba de ser publicada por Espuela de Plata.

El gran doctor Samuel Johnson aparece enredado en una conjura política, pero lo único que le preocupa es la más elevada, más dramática y más relevante para el futuro de los protagonistas y de la humanidad entera, conjura contra la unidad de un matrimonio, porque las virtudes privadas son más importantes que las públicas. Tanto que éstas dependen de aquéllas.

¿Qué otras cosas debería preocupar a un buen inglés salvo los asuntos públicos? -interpelan al doctor Johnson. A lo que el aludido replica:

-Señor, en estos momentos me preocupan los asuntos privados, que son los únicos que realmente importan -y añade-: He visto mucho patriotismo, en efecto, y por lo general no era sino el último refugio de un miserable.

Sí, es Chesterton, no un aburrido naturalista francés, quien lo dice. Bueno, lo dice Johnson, pero Chesterton lo ha puesto en su boca.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com