¿Qué puede hacer la clase política europea para ilusionar a sus ciudadanos? Especialmente para ilusionar a los jóvenes, a los que sólo se puede atraer con programas duros, que exijan esfuerzo, entrega, que den, en pocas palabras, un sentido a la vida colectiva. Porque el principal problema del europeo actual es que no encuentra un sentido para su vida y el principal problema de la Unión Europea es el mismo: no encuentra un sentido al proyecto de unidad europeo.

Bélgica, Chipre, Irlanda, Luxemburgo obligan a votar  a sus ciudadanos: es la demostración evidente del fracaso europeo. Los Estados Unidos de Europa pueden hacerse sin medios o con enfrentamientos internos, en ciclo económico alto o en recesión, pero lo que no se puede hacer es sin ilusión.

No hemos conseguido que los egoísmos nacionales se sometan a la generosidad que exige el objetivo de que un continente que ha vivido siglos en guerra se afilie a un proyecto común. Tras 50 años largos de intento todavía hay posibilidad de dar marcha atrás, de deshacer lo andado.

En junio de 2004, los 450 millones de ciudadanos europeos han demostrado que muy pocos se sienten europeos antes que franceses, alemanes, españoles o italianos. Realmente muy pocos.

 

Eulogio López