• La nueva cifra que Alemania impone a 500 millones de europeos: 0,5% de déficit público.
  • El llamado Pacto Fiscal está hecho a la medida de los países ricos y en contra de los pobres: Bruselas se ha convertido en la madrastra de Europa.
  • Eso exigirá, no sólo recortar prestaciones públicas, sino subir impuestos.
  • Iguala las cuentas públicas pero no los salarios, mientras el Presupuesto común, la clave de la solidaridad, continúa en caída libre.
  • Eso sí, a los ricos no les interesa que los pobres se marchen del euro... y el 'rescate' a Grecia continúa sin aprobarse.
  • El peligro estriba en que, superada la revolución comunista, Europa sufra revoluciones contra el capitalismo más duro y menos solidario.

En la mañana del viernes 2, los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea firmaban en Bruselas el Pacto Fiscal, que en pocas palabras viene a resumirse en esto: A partir de 2013, los Estados Miembros no podrán tener un déficit público superior al 0,5%. Es la nueva cifra de moda al que Alemania ha impuesto a los más de 500 millones de europeos de la Unión, con el apoyo de los eurócratas de Bruselas, cada día más germanizados.

Al mismo tiempo, Bruselas anuncia que se han puesto en marcha medidas de signo opuesto para reactivar la economía, sólo que no especifica cuáles.

Para que se hagan una idea del significado de esta medida -de suyo buena- recuerden que España ha conseguido que Bruselas le permita elevar el techo de déficit público para el presente año 2012, del 4,4% al 5,8%. De este porcentaje hasta el 0,5%...  hagan ustedes sus cálculos.

El presidente de la Comisión, Durao Barroso (en la imagen), y el presidente del Consejo Europeo, el belga Herman Van Rompuy habla de homologar las condiciones de todos los europeos. Ahora bien, los países más pobres tienen más déficit y deberán recortar gastos y aumentar impuestos para igualar a los ricos.

Por otra parte, y esto es lo más importante, se iguala a los desiguales. Se exige la homologación de las cuentas públicas pero no la igualación de rentas. Las obligaciones son iguales para todos los países pero el salario mínimo español es menos de la mitad que el francés y el salario medio menos que la mitad del inglés. Por cierto, sólo dos países, Reino Unido y Chequia, se han negado a firmar el Pacto Fiscal. En definitiva, estamos ante la igualdad de los desiguales, es decir, ante una injusticia.

Y mientras, el presupuesto comunitario sigue estancado y devaluado. Precisamente el presupuesto común, donde los ricos aportan más que los pobres y que constituye la base de la Europa solidaria.

No es de extrañar que los países con mayor renta per cápita, como Luxemburgo (por cierto, un cuasi paraíso fiscal al que no le interesa nada homologar sus impuestos) o Suecia y Finlandia sean los que con más ahínco defienden el Pacto Fiscal. Natural. Con el Pacto Fiscal vamos hacia las dos europas: la rica y la pobre.

La Unión Europea nació en la postguerra europea como un instrumento de solidaridad entre antiguos combatientes. Pero esa Europa ha muerto en aras de la ortodoxia financiera El peligro estriba en que, superada la revolución comunista, Europa sufra revoluciones contra el capitalismo más duro y menos solidario.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com