No hay una decisión tomada, pero casi. "El Gobierno tiene un planteamiento político", dice De la Vega en relación a Garoña. Y aunque no lo afirma, sugiere que esos planteamientos pesarán más que los "técnicos-políticos" del Consejo de Seguridad Nuclear. O dicho de otra manera: el Gobierno tratará de forzarle el pulso al Consejo para que redacte un informe en el que recomiende cerrar. Así se ampararán en el criterio técnico. Y político, según De la Vega. Y un dictamen negativo, sería un escándalo, porque el CSN ha obligado a Garoña a realizar inversiones potentes para actualizar sus instalaciones.
En caso de que no logre doblarle el pulso, se desvincularán del dictamen de un órgano regulador y no vinculante. La posición parece firme.