Juliet, una joven y atractiva doctora que pasa por un bache personal, pretende dar un giro en su vida. Con ese objetivo se muda a un nuevo apartamento, en un edificio antiguo de Nueva York, donde conoce a Max, un casero de lo más servicial y encantador. Pero en el amplio y confortable apartamento empieza a encontrarse incómoda, siente la rara sensación de que no está sola…

La víctima perfecta es la segunda producción (tras la versión estadounidense de Déjame entrar)  realizada en  los relanzados estudios británicos Hammer Films, una compañía clásica especializada en cine de terror, desde los años 30, de la que guardan gratos recuerdos los admiradores del género por largometrajes de lo más meritorio. Nada que ver con  este relato cinematográfico de La víctima perfecta,  plagado de lugares comunes como suele ocurrir  en el cine de suspense cuando se aborda el tema de  los voyeurs-psicópatas (el ejemplo más recordado es el de Norman Bates en Psicosis). De hecho, para solucionar la pobreza de guión, se apuesta por reiterativos golpes efectistas que pretenden provocar el susto gratuito.

Asombra que en una producción de tan baja calidad argumental, donde también se recurre al reclamo de ciertas imágenes sensuales, se encuentre la dos veces ganadora del oscar Hillary Swank.

El único guiño destacado de la película es la participación, en un pequeño pero trascendental papel, del veterano actor  Christopher Lee, quien fue  una de las estrellas de la Hammer clásica (protagonizó, entre otras, las películas de Drácula).

Para: Los que sigan con interés la trayectoria de la Hammer Productions y no hagan comparaciones con sus producciones clásicas