- Y la mitad de esos activos procederían de Bankia. En el mejor de los casos, se recuperarían 50.000.
- No obstante, el ministro Luis de Guindos, considera que es el sistema más barato de saneamiento bancario.
- El problema es venderlo a la ciudadanía mientras se les suben los impuestos.
- Rajoy exige a su equipo que el saneamiento bancario salga gratis o, al menos, que pueda venderse como gratis. Es decir, transparencia con la mentira.
En el equipo económico del Partido Popular continúan dándole vueltas al banco malo, esa entidad pública que absorbería todos los activos inmobiliarios tóxicos de los bancos privados. Sólo una cosa tienen clara: el coste de los activos absorbidos no puede superar los 100.000 millones de euros. No es la cifra que esperaban los bancos, que la deseaban superior pero ya es muy abultada.
De esos 100.000 millones de euros, la mitad corresponderían a Bankia, esa entidad que Miguel Blesa abandonó con un sueldo de 3 millones de euros.
Las cuentas, grosso modo, son las siguiente: el Estado asumiría los activos y luego los pondría a la venta. De inmuebles ya construidos podría recuperar un 60%, en proyecto un 50% y suelo un 40%. Algunos expertos inmobiliarios consultados por Hispanidad no se creen esas cifras que, por otra parte, coinciden con los cálculos de los bancos malos privados que preparaban las entidades antes de saber que el Estado estaba dispuesto a adquirir la castaña. Para esos mismos expertos, recuperar la mitad del dinero es, cuando menos, un cálculo demasiado optimista.
El gran defensor del banco malo en el Gobierno Rajoy es Luis de Guindos. Y en algo tiene razón el responsable de Economía: aunque no se crean las previsiones del Gobierno, lo cierto es que el banco malo es la manera más barata de sanear la cartera inmobiliaria de los bancos. Bueno, hay otra mucho más barata, y más justa, pero ni se la plantean: liquidar los bancos zombies, pagar a los depositantes y echar el cierre. Pero, desde luego, el banco tóxico es más barato para el erario público que los modelos de fusiones con ayudas, que el caso CAM ha puesto por las nubes.
El banco tóxico es más barato que las fusiones con muletas, es decir con ayudas públicas. Ahora bien, con él, las ayudas estatales a la banca se vuelven más visibles. Encima, existe un segundo problema. Los bancos sin mucho problema inmobiliario, como Santander o BBVA, no están por la labor por aquello del agravio comparativo. Pero, sobre todo, el banco malo es demasiado visible. Se entiende demasiado bien, sobre todo su coste para el contribuyente.
Por eso, Mariano Rajoy, que dirige el equipo económico, no ha hablado de Economía desde que llegó a La Moncloa, exige que la apariencia sea de neutralidad en el coste: vamos, que parezca que no se ha gastado ni un duro en ayudar a la banca. La cosa puede hacerse, dado que la valoración de la toxicidad es un hecho, pero lo que pueda recuperarse de los activos sólo se verá a lo largo de los años. Es lo que se llama ser transparente con la mentira.
Y es que Don Mariano considera que no es posible estar subiendo los impuestos a los ciudadanos y ayudas a la banca a mismo tiempo. Tengan en cuenta que, aunque las pérdidas se queden en 50.000 millones de euros, eso ya supondría más dinero que el que se pretende ahorrar con subidas fiscales y recorte de prestaciones públicas, que en principio no alcanzan los 40.000 millones de euros.
Y un último detalle, según los cálculos del Gobierno, a los que ha tenido acceso este diario: de esos 100.000 millones de activos podridos adquiridos por el Estado casi la mitad corresponden a Bankia, liderada por Rodrigo Rato, ex vicepresidente del Gobierno Aznar. Muy fuerte, ¿no?
Miriam Prat
miriam@hispanidad.com