Sr. Director:

La terrible tragedia del sudoeste asiático está suscitando entre personas e instituciones deseo de ayudar a las víctimas. Nadie, por lo que se ve y se oye, quiere mantenerse al margen de aportar su grano de arena para solucionar, en lo posible, tan desoladores daños. Muchas ayudas parecen más bien interesadas y oportunistas que realmente solidarias y caritativas. Hay instituciones que ayudan y obtienen intereses de esas ayudas; otras instituciones no sólo ayudan desinteresadamente, sino que no lo pregonan ni anuncian y, además,  siguen la máxima del Evangelio de Jesucristo : Cuando des limosna que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda.

Como en toda obra humana, también en ésta no podían faltar los hipócritas de turno que van tocando sus trompetas para que todos se enteren de lo buenos que son y de lo mucho que en apariencia hacen por los más necesitados. Un ejemplo puede ser ciertas ayudar gubernamentales a los damnificados que ni son tantas ni tan desinteresadas como nos quieren hacer creer. El Gobierno, por ejemplo, ha concedido créditos blandos pero con intereses y capital a devolver, además de exigir a cambio la compra de productos nacionales. La ayuda desinteresada sólo ha sido de algo más de 5 millones de euros.

Frente a esto, la Iglesia Católica sólo con las aportaciones de Cáritas supera ya los 7 millones de euros. Todo eso sin contar las cantidades recogidas en parroquias, y otras muchas ONG´s dependientes de congregaciones seglares y religiosas de la Iglesia. A esto hay que añadir el inmenso trabajo humano desarrollado por los misioneros en aquellos lugares más pobres y más alejados de las zonas turísticas. Ante estas evidencias, ¿cómo es posible que haya miembros pertenecientes al Gobierno que hagan demagogia pidiendo que no se ponga  en la declaración de la renta la cruz de ayuda a la Iglesia Católica? Si se sumaran los euros que se ahorra  el Gobierno con el compromiso de la Iglesia con los más necesitados, él mismo  invitaría a todos los ciudadanos a poner la cruz a favor de la Iglesia. Pero el sectarismo no deja ver las evidencias que molestan a los instalados y ayudan a los más necesitados.

Patético pero verídico.

Fidel García

fidelgm@educastur.princast.es