También se ha presentado otra campaña publicitaria destinada a los jóvenes, en edad escolar, advirtiéndoles de los peligros de la droga, bajo el lema: "Drogas. ¿te la vas a jugar?". La campaña apela a la responsabilidad de los adolescentes. Fumar porros acrecienta las secuelas de las drogas. "Las drogas siempre pasan factura. Abre los ojos". Dice la comunicación del Plan Nacional sobre Drogas.
La droga llega directamente al cerebro. El estudio de la Oficina Nacional de Control de la Drogadicción de Washington, refrenda que las drogas pueden producir daños, como zozobra, melancolía, brotes psicóticos y tendencias al suicidio. ¿Será esto lo que algunos buscan, en clara línea con la cultura de la muerte?
Por otra parte, que la droga es una de las plagas de la sociedad de nuestros días es un hecho. La drogadicción ha enganchado en una parte de la población juvenil de todo el mundo. Se está investigando como terminar con esta lacra social, que sólo conduce a la muerte. Se debe luchar por la vida que es sagrada. La droga es la muerte, la inmolación de millones de seres ingenuos, en aras de uno de los más sucios negocios que ha conocido la humanidad.
Es necesario combatir la droga con una educación adecuada, con una menor permisividad, con un mayor respeto a la persona y con el ofrecimiento a la juventud de una perspectiva vital. El consumo de estupefacientes produce un deterioro físico y psíquico que transforma el paraíso de unos instantes en un prolongado e insoportable infierno. La droga es un camino de ida, sin retorno.
Es urgente una batalla contra el comercio y el derroche de estupefacientes para frenar esta dañina espada de Damócles para el tejido social, que origina el delito, la crueldad y favorece la devastación física y psíquica de muchos adolescentes.
El vacío de Dios, ¿no lleva a la desesperanza? La desesperanza conduce a la deshumanización. El hombre sin Dios se deshumaniza y se hace enemigo hasta de sí mismo. A esto conduce el derroche de los narcóticos.
"Desde el fondo de la angustia, del miedo y de los fenómenos de evasión, como la droga, típicos del mundo contemporáneo. Emerge la idea de que el bien y la felicidad no se obtienen sin el esfuerzo y el empeño de todos", afirmó Juan Pablo II.