¡Ya era hora! Me decía un amigo cuando comentábamos la siguiente noticia: "El juzgado de instrucción nº 6 de Valladolid ha admitido a trámite una querella contra el actor Leo Bassi y el rector de la Universidad de Valladolid". ¿Por qué?
Porque con la autorización del rectorado, Bassi escenificó un "espectáculo" mofándose de la enfermedad de Juan Pablo II y "consagró" preservativos que distribuyó en el paraninfo de la universidad. La jueza observa indicios de delito y decreta la apertura de diligencias. A su vez, ordena a la policía judicial averiguar el paradero de Leo Bassi. El rector está acusado de los delitos en grado de complicidad.
La libertad de expresión debe tener como límite el respeto a las creencias religiosas de todos, también de los católicos.
Jesús Domingo Martínez