Ni la más noble y justa de las causas puede sobrevivir sobre una mentira. En el mejor de los casos, resultará banal, en el peor, hipócrita. Todo varón sabe que lo mejor cuando se produce un acceso de feminismo radical, auspiciado desde el poder (es decir, medios informativos y políticos, por ese orden), es mantenerse al margen y esperar a que escampe, pero eso a veces se convierte en algo complejo.

La mujer lleva al hombre muchas cabezas de ventaja en casi todo, pero le pierde una sola cosa: El deseo de ser objeto de la estima y la admiración ajenas. Ni por un momento estoy diciendo que este defecto sea propio de las ministras de este Gobierno, ni tan siquiera cuando posan para Vogue. Estoy hablando en genérico.

Veamos: el jueves 25 se celebró la jornada contra la violencia de género, aunque más bien parecía la jornada de la venganza del género femenino contra el pérfido varón. Y es terrible, eso de que una mujer sea asesinada por quien más debía quererla, como es terrible la quiebra de todo cariño. Ahora bien, el numerito montado por asociaciones feministas, dotadas de una gran capacidad autocrítica, naturalmente, y por el Gobierno Zapatero, partidario del talante, pero no de la modestia, exigen recordar algunas mentiras, de esas que todo el mundo repite en la calle pero sobre las que nadie escribe en los medios informativos, por lo que se convierten en invisibles. A saber:

1. Mentira puramente estadística. No se puede resumir lo que ocurre en España diciendo que 59 mujeres han muerto a mano de sus parejas. Eso supone ocultar la violencia de las mujeres contra el varón y los pormenores de todos esos casos.

2. Una de las estrellas del show montado por la vicepresidenta primera del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, al parecer víctima del varón, afirmó que la violencia no comienza con una bofetada, sino de forma psicológica.

Verán, la violencia psicológica la ejercen tanto la mujer como el hombre. Es más, la ejerce mucho más la mujer que el hombre, porque cuando el ser humano se da a la violencia, utiliza las armas que tiene a su alcance: el varón la fuerza bruta, la mujer, la fuerza psicológica para golpear con palabras y actitudes, allá donde más duele. Es lógico y es muy feminista: presumir que el hombre es quien utiliza la violencia psicológica contra la mujer sería tanto como decir que la mujer es idiota. Y se lo aseguro : de idiota no tiene nada. Es más, puede resultar una vulgaridad, pero una vulgaridad desgraciadamente cierta: El homosexual es una persona con la fuerza de un hombre y la mala uva de una mujer.

3. Una actriz utilizada al efecto, lanzó una soflama de corte amazónica (no del Río Amazonas sino del mito lésbico de las Amazonas) afirmando que la mujer es puro pacifismo y que nunca responde con violencia a la violencia. Otro alarde de modestia.

La verdad es que la mayor violencia de género (es decir, sin distinción de género) que se ejerce hoy en día en el mundo no son ni el hambre, ni la guerra, ni mucho menos, la violencia de género, sino el aborto, ejercido por la mujer madre contra su propio hijo indefenso. Y no hablamos de 100 al año, sino de 77.000, sólo en 2002, sólo en España. Y sí, muchas mujeres, entre ellas las feministas, entre ellas las componentes del Gobierno Zapatero, han decidido aprovechar su poder político para vengarse del pérfido varón, con el boletín oficial en la mano. A partir de ahora, todo varón heterosexual es un sospechoso de torturador, maltratador y, en general, ordinario. La guerra de sexos está servida, gracias a la violencia y el cretinismo feminista. La violencia y la crueldad de la mujer en el aborto sólo tiene parangón en la única violencia aún más grave que el aborto : el suicidio.

4. Divorcio. Coincidiendo con la Jornada de la Violencia de Género, ha entrado en vigor otra de las maravillas de la política de Mr. Bean: el divorcio-express. Uno es un hombre sensible, y así, en cuanto oigo hablar a Fernández de la Vega, vicepresidenta primera del Gobierno español, escucho con atención: Según ella, a nadie hay que pedirle razones para separarse. No me asombraría que esto lo dijera un moralista, pero en alguien que procede de la Administración de justicia me sorprende un poco más. Lo que está vendiendo De la Vega es el matrimonio sin compromiso, cuando el matrimonio no es más que eso : un compromiso. Es como si dijéramos (y promulgáramos) que no hay que pedir razones al casero para que te desahucie, ni al socio para que meta la mano en la caja común, ni al diputado para que sea fiel al votante, ni al soldado para que entregue su vida en defensa de su patria, ni hay que pedirle razones al policía de por qué no interviene ante un robo con violencia... El voto no existe, el compromiso tampoco, ni el contrato. Lo ha decretado la inminente jurista De la Vega.

5. Naturalmente, cuando la gente llega a las manos es porque el cariño ha desaparecido y nos enfrentamos al final de una convivencia. Pues bien, la nueva ley todavía otorga más poder a la mujer frente al varón, y le posibilita lo que ya está ocurriendo con la normativa actual: que entre los jueces (casi siempre juezas) -que le dan siempre la razón a la esposa, aunque sea ella quien ha roto el compromiso e incluso haya abandonado a sus hijos- y las nuevas facilidades para el divorcio, la violencia contra el padre y esposo se va a multiplicar. Y eso por no hablar de las divorciadas que no cumplen con los requisitos mínimos que les imponen unos juzgados para ver a sus hijos.

Para ser exactos, tanto la ley contra la violencia de género como la ley del divorcio van a provocar... más violencia de género y más matrimonios rotos. Se admiten apuestas. 

6. Más mentiras. El mismo feminismo que presenta a la mujer como eterna víctima, pregona la más completa libertad sexual. Hay que ser muy tonto para no ver la relación entre pornografía y promiscuidad sexual con violencia de género. Es ese mismo feminismo que pregona que parir es la única función verdaderamente importante de la procreación. Y a esa esclavitud de género, donde la mujer decide el número de hijos que se tiene así como la educación que reciben, sólo lo aceptan los varones más necios o menos comprometidos.

En este punto, al feminismo le ocurre lo mismo que al Gobierno Zapatero : odia más a la derecha española que a cualquier otro partido, de izquierdas o de derecha, de cualquier otro país. Las feministas, ahora en el poder, odian más a la Iglesia que a los musulmanes, a pesar de que el principal enemigo del respeto debido a la mujer sea, hoy por hoy, el Islam. Bueno, el Islam y el feminismo occidental.  

Son las grandes mentiras que todo el mundo, de una u otra forma, comenta en la calle, pero que casi nunca salen en los medios, dominado por la necedad, es decir, por lo políticamente correcto. La verdad es que el feminismo ha degenerado en cretinos. Pero en un cretinismo interesado y hortera. Las consecuencias no las veremos más adelante: las estamos sufriendo ya mismo.

Eulogio López