El PSOE está empeñado en que dimita todo el mundo con tal de que no sea socialista. Pero es el derecho y, dado la jaula de grillos en la que se ha convertido la política española, podríamos decir que hasta su deber. Resulta que Toni Cantó (en la imagen) acusó a muchas mujeres de presentar denuncias falsas por malos tratos, aprovechando la aberrante ley contra la violencia de género, cuyo padre es Zapatero pero su madre es el Partido Popular, que la apoyó con entusiasmo, o al menos con los complejos propios de la derecha española ante la oleada progre.

Incluso Cantó se quedó corto, porque UPyD también es muy progre y cristófobo, y entonces no puede recordar que cuando más mienten las mentirosas es a la hora de pedir el divorcio: basta con que aleguen malos tratos para que se queden con los hijos, con el patrimonio y, con un poco de suerte, el varón dé con sus huesos en la cárcel. Tanto es así que los abogados profesionales del divorcio lo primero que aconsejan a sus clientes es que aleguen malos tratos, se hayan producido o no, o sea la propia mujer la que infringe un trato vejatorio al varón, algo que no constituye precisamente una excepción.

Por tanto, Cantó no sólo tiene razón sino que se queda corto. Pero el virus feminista -mucho más homicida que el machismo- cierra todas las bocas y la tropelía se perpetúa. Y naturalmente, las feministas no pueden permitir que alguien se atreva, aunque sea de forma mínima y medrosa, a poner en solfa su grandísimo embuste.

Miren ustedes, asegurar, como en la mañana del martes hicieron muchos tertulianos y varios cronistas, que sólo un 0,01% de las denuncias por malos tratos son falsas porque así lo dictamina la Memoria de la Fiscalía es una mentira muy rigurosa, es decir, el peor de los embustes. Razones:

Esa cifra surge de una ley injusta. Es decir, en la norma contra la violencia de género es el acusado, el hombre quien debe demostrar su inocencia. Cosa harto difícil, porque uno puede demostrar que ha matado a alguien, no que no le ha matado. En cualquier caso, es el acusador quien debe probar la acusación, no el acusado. Ejemplo: basta con la acusación de malos tratos de una mujer para que la policía, sin diligencia judicial alguna, acuda al domicilio y se lleve al varón al calabozo. Según el espíritu de tan estúpida norma, todo hombre es un machista depredador y violento que golpea una mujer que, según el mismo espíritu, es una santa. Como en las leyes racistas, el judío es culpable por ser judío, o el negro por ser negro.

En segundo lugar, una ley puede, no sólo ser injusta sino, además, promulgarse y ejecutarse dentro de unos parámetros sociales impuestos e imperantes -los de la progresía feminista, según los cuales -no es coña- el varón discrimina y violenta la mujer cuando, por ejemplo, no le cede el mejor sillón del salón hogareño.

Lógicamente, el hombre, verdadero marginado del sistema legal y judicial creado, no denuncia la injusticia entre, otras cosas, porque suele tener ya una sentencia en contra. Simplemente es un varón domado y un animal acosado. Es el mismo sistema que ha creado mujeres paranoicas que se sienten con todos los derechos y sin ninguna obligación en las relaciones de pareja. En consecuencia, son legión las mujeres que se sienten realmente maltratadas por la sencilla razón de que su pareja no les concede todos sus caprichos en trato y medios materiales. Simplemente llegan a tal grado de irrealidad alimentando su ego con los mensajes políticamente correctos que les llegan por los medios informativos y por los mensajes de la clase dirigente.

Pero lo peor de la ley contra la violencia de género es que se complementa, como el fuego y la pólvora, con otra norma zapateril aplaudida por el PP: el divorcio exprés, donde el divorcio se otorga sin "preguntarle a nadie" porque rompe el compromiso adquirido. En España no hay trabajo pero divorciarse está chupado y el damnificado casi siempre es el varón. La inmensa mayoría de los casos de violencia en la pareja llega en situaciones de divorcio, de ruptura del compromiso. La llamada violencia machista no es causa, sino consecuencia del desamor.

Aunque haya pedido disculpas presionado por todo y por todos, Toni Cantó tiene toda la razón. La mayor parte de la demandas por violencia machista son falsas, exageradas e interesadas, sólo permisibles y negadas en una sociedad inoculada del más estúpido virus que vieron los tiempos, el virus feminista, que ha inoculado a la mujer y que se impone por la fuerza bruta de unas leyes injustas aplicadas por el Estado. Y el virus feminista es mucho homicida que el machista. Y si no, que se lo pregunten a los abortados. Es el mismo virus, y el mismo desamor, que ha producido una mujer desmoralizada porque vive en la mentira. Por desmoralizada, degenerada, y por degenerada, desquiciada.

Y así llegamos a la conclusión última: la ley contra la violencia de género es injusta con el varón pero, a la postre, a quien más perjudica es a la mujer.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com