La excusa para atacar al Vaticano es bastante mala, porque si alguien se opuso a la guerra de Iraq no fue Zapatero sino Juan Pablo II. La única autoridad moral en el mundo cuestionó que se tratara de una guerra justa y advirtió -proféticamente- que la entrada en el país del Edén podría tener consecuencias "imprevisibles". El tiempo ha dado la razón a Wojtyla. El proceso constituyente se encuentra empantanado : Los suníes han boicoteado el texto que se encuentra ya en prórroga y a Bush empieza a agotársele el tiempo.
La cifra de bajas crece a diario, los ataques de la guerrilla son permanentes y ya en Estados Unidos comienza a hablarse de una peligrosa comparación de Iraq con Vietnam. El conflicto de Iraq ha provocado además una escalada en el precio del petróleo que pone en cuestión todas las previsiones económicas mundiales. Las consecuencias "impredecibles" a las que se refería Juan Pablo II.
Pero da igual. Para el fundamentalismo islámico, la mentira es un arma de combate. No importa que el Vaticano haya sido la única voz de alarma en el mundo, inquebrantable ante el "acoso" de Bush para tratar de convencerle en un cambio de posición. El Vaticano es el enemigo. Porque el enemigo del Islam es la fe cristiana. El odio sigue fijado en quienes confesamos la fe en un Cristo Dios y Salvador que para ellos es tan sólo un profeta.
Y de nuevo el Vaticano vuelve a estar en alerta. Los servicios de información vaticanos e italianos han redoblado la seguridad. Italia vive atenazada por el miedo. El 11-S, el 11-M y el 7-J han incrementado las alarmas. Saben que un ataque al Vaticano serían dos pájaros en el mismo tiro.
La segunda obsesión del fundamentalismo musulmán es Al-Andalus, el gran imperio musulmán europeo que en su momento fue musulmán. Obviamente, Al-Andalus no es Andalucía, sino España. Y nuestro país ha quedado relativamente tranquilo tras el pago del "impuesto revolucionario" de la retirada de las tropas de Iraq.
Luis Losada Pescador