La progresía siempre ha sido cobarde. Cuanto más tonta, más cobarde. Su trayectoria siempre obedece la misma vieja frase: cuando un besugo dice que dos más dos son seis y alguien le corrige asegurando que don más dos son cuatro, surge un tercero, progresista y dialogante que, en aras de la moderación y el talante, acaba concluyendo que dos más dos son cinco.

El Gobierno Zapatero ha enviado al G-20 propuestas tan loables como la de que los directivos de bancos estén obligados a publicar lo que cobran. Eso ya se hace en España, con las consiguientes trampas, especialmente la tontuna de facilitar las retribuciones conjuntas de consejeros ejecutivos, en bloque, y no proporcionar las de los directivos no consejeros, que son más importantes.

Pero, en cualquier caso, la medida no basta. Insito: en cualquier empresa, salvo en las multinacionales, ¿quién decide el sueldo de trabajadores o administradores? Los propietarios, pues esa es la clave: los accionistas no sólo tienen que ser informados de los sueldos de ejecutivos y administradores, especialmente de los primeros, sino que tienen que decidirlos, aprobarlos y sancionarlos. Todos: salario fijo, variable, pensión, blindaje, pagos en especie, seguros, etc. Con la mera obligación de informar, seguimos en el dos más dos igual a cinco.

Al tiempo, hay que conseguir que una acción sea, realmente, un voto. Para eso hay que reducir el sistema de representación de voto en las juntas. Estamos a la espera de la junta cibernética, que significará, sencillamente, la democratización del Gobierno empresarial.

La sugerencia del Gobierno ZP es que los bancos financien su propio saneamiento, es decir, el fondo de Garantía de Depósitos. Así debe ser, pero con criterios de asegurador: es decir, que el remanente pueda afrontar cualquier tragedia. Al final, se trata de hacer realidad la frase de Sarah Palin: Tenemos que levantarnos cada mañana con el firme propósito de que no nos chantajeen con nuestros ahorros.

En efecto, la banca chantajea al Estado, es decir, a todos, bajo el mismo eslogan de hace un siglo: o me ayuda con sus impuestos o perderá sus ahorros. Esta es la cuestión, no los aseguradores de fondos que jamás podrán asegurar todos los flujos de inversión que circulan por los mercados.

Dos más dos igual a cinco. Muy progresista.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com