Las ayudas públicas generan una falsa percepción de bondad que se termina esfumando tan pronto como termina la respiración artificial. Es lo que ha ocurrido con el sector del automóvil. Las ventas en agosto han caído un 23,8% como consecuencia de un doble efecto perverso: por una parte la retirada de las ayudas y por otra la subida del IVA. Es decir, en los meses anteriores se produjo efecto anticipación.
Ahora el sector reclama que se sigan manteniendo los programas públicos para incentivar la demanda. Argumentan que entre impuesto de matriculaciones e impuestos de hidrocarburos, las ayudas son un chollo para el Estado. Puede, pero no se puede mantener una ayuda eternamente. Quizás sería más sensato empezar a pensar en rebajar la fiscalidad sobre el automóvil, todavía considerado como un bien de lujo. ¿De lujo para quién?
Andrés Velázquez
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