Ahora, que está a punto de entrar en vigor la ley del aborto libre, me parece interesante recordar algunas de las cosas que sus avaladores han dicho durante la tramitación.
Así, en su primera intervención ante el Senado, la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, defendió la reforma de la ley del aborto con un discurso de corte feminista en el que cometió algunos errores de bulto, especialmente cuando afirmó que la ley pretende que "las mujeres que no lo desean no se queden embarazadas". La dirigente socialista no tuvo en cuenta que para abortar hay que estar primero embarazada.
Leire Pajín vendió a los senadores un discurso del más añejo feminismo. Habló de las mujeres que "presas del miedo y la clandestinidad" tenían que ir a interrumpir su embarazo al extranjero. También habló de mujeres que van a la cárcel, cuya intimidad se vulnera e incluso del "rechazo social" de las que abortan, cuando todo el mundo sabe que ninguna mujer ha ido a prisión por haber abortado.
La nueva senadora socialista utilizó en varias ocasiones el argumento de que el objetivo de la ley es "reducir el número de embarazos no deseados". Sin embargo, tan afirmación contradice la lógica de lo que defiende su grupo. Los embarazos no deseados no se pueden reducir abortando puesto que esto ya implica el embarazo en sí, sino que se reducirían con una educación sexual real y no demagógica o en otro caso mediante métodos anticonceptivos.
Tal vez estas muestras de rigor sean suficientes para apreciar la altura de la nueva senadora y lo que se puede esperar de ella como parlamentaria y como secretaria de su partido.
Jesús Domingo Martínez