Se ha consumado el despropósito y se ha aprobado en Cataluña una Ley de Educación radical, aplaudida por los independentistas.
En lugar de apostar por una moderna enseñanza trilingüe, con asignaturas impartidas en catalán, en español y en inglés, se obliga en la práctica a una educación monolingüe, todo sólo en catalán.
Esta es una ley que no encaja en el mundo globalizado del siglo XXI y huele a un provincianismo rancio de barretina y alpargata propio de tiempos pretéritos. No resuelve ninguno de los graves problemas estructurales que afectan a la educación en Cataluña y sólo sirve para satisfacer la patética obsesión de algunos políticos catalanes por excluir y eliminar todo lo que tenga que ver con España, comenzando por nuestra lengua común.
María Calvo
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