Ante la aprobación de la ley del aborto por parte del Gobierno es conveniente recodar que en la encíclica Evangelium vitae, n. 72, Juan Pablo II explicaba: las leyes que, como el aborto y la eutanasia, legitiman la eliminación directa de seres humanos inocentes están en total e insuperable contradicción con el derecho inviolable a la vida inherente a todos los hombres, y niegan, por tanto, la igualdad de todos ante la ley.
Una ley que permite estos delitos no es realmente ley, sino corrupción de la ley, recordaba también el Papa citando un texto de santo Tomás de Aquino.
Por eso es urgente suprimir cuanto antes las leyes que despenalizan o legalizan el aborto. Si nuestro Gobierno muestra tanta impaciencia por aprobar esta ley cabe preguntarse: ¿Qué hay y quién hay detrás de este interés? ¿Que las mujeres no vayan a la cárcel? Eso ya no lo cree nadie.
Jesús Domingo Martínez
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